La resolución del Abogado General hay que enmarcarla en el pánico post-Brexit.
La situación europea es absolutamente excepcional. Que el primer
contribuyente abandone el ‘club’ no puede dejar indiferentes a las instituciones
europeas. La debilidad del euro y los problemas de la banca italiana y situación
macroeconómica europea tampoco ayudan. Como dice el art. 3 de nuestro Código
Civil, las leyes hay que interpretarlas en su contexto histórico. Y el
contexto histórico europeo actual es de ‘shock’.
No se puede pretender que se resuelva con normalidad en situación de
excepcionalidad.
Por eso creo que Luxemburgo ha resuelto con criterio de prudencia y sensatez.
Desde el punto de vista jurídico, también me parece razonable afirmar que el
Tribunal de Justicia de la UE no pueda entrar a resolver sobre detalles que no
están contemplados en la directiva comunitaria.
Pero también creo que si se produjera el hipotético escenario de que el
parlamento británico decidiera no aceptar el Brexit y permanecer en la UE,
quizás los jueces de Luxemburgo pudieran llegar a romper la estadística de que
los informes del Abogado General resultan anticipatorios de las resoluciones.
Por otra parte, el exquisito respeto a la soberanía nacional de Luxemburgo,
deja la pelota en nuestro tejado. Que el Supremo resolviera la no
retroactividad en el 2013 no quiere decir que lo deba hacer ahora. Porque la
excepcionalidad de entonces, en mi opinión, ha caducado.
El Supremo apeló entonces al orden público económico en un entorno de grave
crisis bancaria y con la incertidumbre del rescate. Hoy el sistema financiero
está razonablemente saneado y la situación macro –no siendo buena- no es límite.
Si me preguntan si estoy contento con la resolución de Luxemburgo, mi respuesta
es negativa. Creo que todo el mundo tiene derecho a ver plenamente resarcidos
sus derechos y no es buena noticia que el Supremo retuerza su doctrina histórica
de restitución absoluta del negocio jurídico de manera universal.
Pero insisto: no podemos pretender soluciones habituales en entornos de
excepcionalidad que exigen prudencia y sensatez. Luxemburgo no ha hecho lo
deseable, sino lo responsable. |