Está claro que el mundo sigue en crisis. El ochenta por ciento de la población
mundial vive en la pobreza, la cifra de desempleados sigue en aumento en Europa
y el paro crónico en España es preocupante, como lo es también la precariedad
laboral. Y si con eso no teníamos suficiente, ahora nos enfrentamos con la grave
crisis humanitaria de los refugiados. Ha quedado, por tanto, patente que las
reglas de comercio internacional actuales, creadas en la década de los ochenta y
los noventa, están totalmente desfasadas para el comercio actual imperado por el
Internet. Los líderes políticos responsables se han percatado de la situación y
es por eso que en estos días se ha dinamizado el Tratado Transatlántico de
Comercio e Inversiones (TTIP).
Pero, ¿qué es
este Tratado y cómo nos pueda afectar en materia de Comercio Internacional?
Empecemos por el principio. La Asociación Transatlántica para el Comercio y la
Inversión (ATCI), conocida en inglés como Transatlantic Trade and Investment
Partnership (TTIP) o Transatlantic Free Trade Area (TAFTA) es una
propuesta de Tratado de Libre Comercio (TLC) entre la Unión Europea y los
Estados Unidos (EE.UU.), con el objetivo fundamental de
suprimir todos los tipos de barreras que dificultan el comercio y la
inversión, estableciendo así la denominada Área de Libre Comercio Trasatlántico.
Se parte de la base, por tanto, de que, para sacar al mundo de esta temible
crisis económica, las políticas actuales de comercio internacional deben
dinamizarse pues las políticas arancelarias y geopolíticas obstaculizan
todavía el crecimiento económico.
En general, se cree que con la aplicación futura de este Tratado el comercio
internacional aumentará de forma considerable, se crearán nuevas empresas y,
consecuentemente, los deseados puestos de trabajo.
Tampoco pasa desapercibido el hecho de que lo que se intenta crear es una unión
de los países del Norte para competir con las nuevas potencias como China,
India, Brasil y Rusia. Eso sí, con la diferencia de que nosotros combinaríamos
el dogma del capitalismo, es decir, la maximización de los beneficios para el
crecimiento económico, con los principios de la economía social (respeto de los
Derechos Humanos, protección del consumidor y preocupación ecológica). Porque
de poco vale crecer a costa de rebajar los estándares conseguidos en derechos
laborales y protección del medio ambiente, que tanto nos ha costado conquistar
en Europa.
¿En qué consiste
el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP)?
El Tratado contiene tres grandes pilares en materia de comercio e inversión.
En primer lugar, y para garantizar el acceso a mercados de bienes, servicios y
contratación pública, la propuesta de Tratado de Libre Comercio recoge la
eliminación de aranceles en el comercio bilateral, con el fin de lograr un
alto nivel de liberalización en materia de servicios e inversiones. Además, otra
prioridad del acuerdo es instaurar un verdadero mercado transatlántico de
contratación pública, de tal manera que empresas a ambos lados del Atlántico
puedan competir en igualdad de condiciones.
El segundo pilar versa sobre aspectos regulatorios tan esenciales como
normas técnicas y medidas sanitarias y fitosanitarias. El acuerdo presta
especial atención a la armonización de las distintas regulaciones a ambos lados
del Atlántico que, en numerosas ocasiones, resultan en costes excesivos y en
pérdida de competitividad.
Por último, el acuerdo establece un conjunto de reglas globales en el ámbito
de la Propiedad Intelectual para asegurar una mayor protección en ámbitos
tan variados como el Desarrollo Sostenible, las PYMES, la Competencia o el
Comercio de Energía.
¿Cómo nos afecta
el TTIP y en qué estado se encuentran las negociaciones?
El impacto que tendría en España la firma del Acuerdo Transatlántico de Comercio
e Inversión (TTIP) con EE.UU. ha sido abordado por una investigación publicada
por el Instituto de Estudios Económicos el pasado enero. Las principales
conclusiones de este informe señalan que el TTIP supondría para España, en un
período de 3 a 5 años, un aumento anual de los salarios de los trabajadores y
del consumo privado, además de fomentar la creación de nuevos empleos.
Otros estudios que también muestran resultados positivos para España del l TTIP
son Reducing Transatlantic Barriers for Trade and Investment, realizado
por el Centre for Economic Policy Research (CEPR) en marzo de 2013, o el
Transatlantic Trade and Investment Partnership, presentado por la
fundación Bertelsmann –‘think tank’ con más de 20 años de recorrido en España-,
en junio de 2013.
Desde el lanzamiento de la iniciativa se han celebrado nada menos que trece
rondas de negociación del TTIP. La última tuvo lugar en Nueva York a finales del
pasado mes de abril y está previsto realizar una nueva ronda antes del verano.
Sin embargo, existen numerosos detractores que consideran que la implementación
de este Tratado conllevaría el aumento del poder de las grandes empresas y la
desregulación de los mercados; y, como consecuencia de ello, disminuirían los
niveles de protección social y medioambiental en los Estados firmantes. s.
Esperemos que con este Tratado no se cumpla nuestro conocido refrán de que “el
infierno está lleno de buenas intenciones”.
Veremos lo que el futuro nos depara. |