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LPM sin excusas
MADRID, 30 de JULIO de 2015

 

Hace un par de semanas, Pamela Woldow & Douglas Richardson, consultores pioneros en la formación en Legal Project Management (Edge International) publicaban un artículo (realmente lo re-publicaban, el original tiene fecha 2013) sobre las cinco principales malas excusas que adoptan los despachos para resistirse al LPM (Top 5 Bad Excuses for Resisting Legal Project Management).

En el listado y por orden aparecían las siguientes:

1.      “Mis clientes no quieren o no necesitan el LPM”

2.      “Si somos eficientes podremos facturar menos horas y por lo tanto bajaremos en rentabilidad por proyecto. O dicho de otra forma, entrará menos dinero.

3.      “Lo he hecho de esta forma desde siempre y no voy a cambiar ahora”

4.      “Mis asuntos son todos diferentes y particulares y el LPM no se les puede aplicar”

5.      “No tengo tiempo”.

En un muy recomendable post del 24 de julio (Some thoughts on the Top 5 Bad Excuses for Resisting Legal Project Management), Patrick J. Lamb no se resistía a comentar lo gracioso que parecían dichas excusas, que, como consultora y formadora de LPM desde años, confirmo se oyen con frecuencia.

A pesar de que esté de medias vacaciones forzadas con mis niños (un profesional nunca está de vacaciones), yo tampoco me he resistido a un análisis del perfil de los abogados frente a los cambios. Prometo que va ser un análisis muy breve, porque la ola de calor permite pocas y muy centradas reflexiones.

Desde mi perspectiva, el problema no es que los abogados encuentren excusas para no aplicar el LPM. El problema es que más sencillamente no lo ven. No entienden el beneficio que puede conllevar este nuevo enfoque. O mejor dicho, no se lo creen.

No es diferente lo que pasó con la RSE. Pocos la aplicaron por creérselo y la mayoría siguió la corriente, cuando no pudo hacer diversamente, y más bien por no quedar atrás o no hacerse una auto-gol desde un punto de vista reputacional y de marketing.

En la Law School del Instituto de Empresa cada año formo alrededor de 60 abogados españoles e internacionales en LPM y pocos de ellos realmente cuando se matriculan en el curso saben exactamente de qué va. Entienden que van a aprender una forma de gestionar asuntos jurídicos más eficiente, pero lo que yo les pido desde el primer día es que tengan fe. No se trata de convencerle porque el project management no es una teoría filosófica, sino una ciencia de gestión. Y el único camino posible para entenderlo es que se estudie y se reciba una formación inmediata. Os puedo asegurar que el curso recibe una puntuación normalmente superior al 4,5 (entre un ranking de 1 a 5), que los alumnos que participan se hacen creyentes y que muchos de ellos, que están en posición de poderlo hacer, lo aplican a partir del día siguiente al cierre del curso.

Hasta que no se reciba formación, siempre habrá excusas para resistirse.

Sin embargo, lo que me deja desubicada no es que los abogados no lo vean, sino que no lo vean perfiles profesionales más especializados en gestión, como directores de departamentos de servicios jurídicos de empresa o managing partners. El miedo a cambiar y pasar del sistema de gestión tradicional al sistema de gestión LPM del caso jurídico-proyecto es el miedo a crear ineficiencias en un sistema que dentro de lo que cabe hasta la fecha ha funcionado. Y es un miedo que no se justifica si realmente se entiende lo que es el LPM y lo que permite hacer con el mínimo esfuerzo. Me temo que lo que llamamos conservadurismo o tradicionalismo es solo una falta de visión.

Los que han tenido más visión se están formando y han elegido un camino principal, que ya está dando importante resultados en términos de eficiencia y competitividad. Pero luego hay un segundo camino, que consiste en seguir el camino abierto por otros.

Hace unos días Emilio Martinez,  COO en Cuatrecasas, Gonçalves Pereira, declaraba en una entrevista de Hans Böck: “Asimismo, seguimos manteniendo una cultura basada en la eficiencia, adaptándonos a las necesidades de nuestros clientes y, entre otros, vamos a poner en marcha la figura del Legal Project Manager (LMP) en diferentes grupos de especialidad. Todavía es una figura poco extendida en nuestro sector pero tengo una fe ciega en su aportación de valor”. Desde dos años en Cuatrecasas se trabaja internamente en esta dirección. Ahora el camino está oficialmente abierto, y así como pasó con RSE, las excusas se caerán una a una. Tendremos los que implanten el LPM por visión, los que lo hagan por moda y los que lo hagan por no quedar mal. Como consultora y formadora espero poder apoyar a los que lo hagan por visión. Como cliente, lo pretendo.

Llevo varios años trabajando exclusivamente sobre Legal Project Management, con proyectos de formación y de implantación a nivel español e internacional, y más de 15 años trabajando en proyectos de diferente naturaleza. Los que piensan que el LPM es el futuro se equivocan y tengan cuidado. El LPM es ya el presente.

 


 



 

 

 

 

 
 
 
 

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