Big
data,
drones,
vigilancia
electrónica,
ciberguerra,
la
monitorización
y
análisis
de
cookies
y
metadatos
en
el
conocimiento
de
hábitos
de
los
usuarios
para
su
explotación
comercial
e
industrial;
y la
tensión
entre
el
concepto
de
orden
público
y
libertades
y
derechos
fundamentales
del
usuario
derivan
en
esa
falta
de
confianza,
seguridad
jurídica
y
competitividad
en
la
UE
frente
a
sistemas
más
laxos
Sólo
puedo
transmitir
absoluta
satisfacción
por
la
organización,
calidad
de
contenidos,
ponentes
y
asistentes,
y
por
el
ambiente
participativo,
de
encuentro
activo
en
intercambio
de
opinión
y
reflexión,
que
se
consiguió
transmitir
en
Zaragoza
el
jueves
y
viernes
pasado
en #fgiES2014.
El
evento,
organizado
en
dos
días
con
cuatro
conferencias
comunes
y
seis
mesas
de
trabajo
solapadas,
fue
capaz
de
crear
la
sana
ansiedad
de
estar
en
una
mesa
siguiendo
los
comentarios
en
streaming
y
redes
de
la
otra,
cuyos
contenidos
compartíamos
animadamente
en
las
pausas.
La mesa
“Gobernanza
de
Internet
tras
NETmundial”
nos
acercó
a
varios
partícipes
directos
en
el
encuentro
mundial
que
se
celebró
en
Brasil
el
pasado
abril,
del
que
resultó
–
con
arduo
esfuerzo
por
alcanzar
consenso
– la
conocida
“Declaración
Multisectorial
de
Sao
Paulo”.
Un
documento
no
vinculante
que
podría
definir
la
hoja
de
ruta
de
los
principios
rectores
y
retos
para
Internet,
y
que
os
animo
a
consultar
http://goo.gl/f3ziWZ
porque
-
como
allí
se
dijo-
es
probable
que
resulte
la
cuna
de
una
declaración
histórica.
Cuestiones
importantes
como
la
protección
de
los
“niños
en
la
red”,
la
llamada
de
atención
a la
responsabilidad
y
control
parental
en
la
contratación
y
configuración
de
app
en
el
entorno
móvil,
se
entrelazaron
con
la
existencia
de
normativa
de
protección
de
menores
de
complicada
aplicación
en
relación
a
Internet;
con
la
búsqueda
del
equilibrio
entre
la
generación
de
oportunidades
y la
multiplicación
del
riesgo
que
supone
el
uso
intensivo
de
medios
digitales
en
edades
tempranas;
así
como
con
la
necesidad
de
que
los
no
tan
jóvenes
hagamos
un
esfuerzo
por
asumir
que
seguramente
se
haya
dibujado
una
nueva
concepción
de
la
privacidad,
más
consciente
y
social,
que
también
deba
ser
objeto
de
respeto
y
protección
conforme
al
derecho
del
niño
a la
libertad
de
expresión
del
artículo
13
de
la
Convención
de
las
Naciones
Unidas
sobre
los
Derechos
del
niño.
Muy
interesante
el
matiz
de
la
mesa
de
“Privacidad
y
vigilancia”
al
incorporar
el
término
“confianza”
en
la
red.
¿Cómo
restaurarla,
cómo
preservar
libertades,
cómo
conseguir
que
el
usuario
adopte
decisiones
libres
en
un
entorno
global
que
no
depende
de
normas
sectoriales
o de
concretos
estados
reguladores
entre
los
que
está
siendo
complicado
el
consenso?.
La
normativa
fragmentada,
farragosa,
territorial
y
excesiva
con
la
que
contamos
no
parece
adaptarse
a
las
particularidades
de
internet,
o al
menos
no a
la
constante
evolución
del
estado
de
la
técnica.
La
impresión
general
es
que
las
normas,
cuando
llegan,
lo
hacen
con
indefinición,
lagunas
y
cuando
ya
hay
algo
nuevo
que
regular,
es
decir,
tarde.
Por
ejemplo,
en
este
ámbito,
se
critica
la
conveniencia
y
eficacia
de
la
regulación
de
las
cookies
por
estar
resultando
un
formalismo
que
no
está
consiguiendo
proteger
los
derechos
del
usuario
por
falta
de
conciencia
de
lo
que
se
está
aceptando.
Por
su
parte,
la
autorregulación
parece
funcionar
en
respuesta
a
problemas
cotidianos;
sin
embargo
a
veces
choca
con
pronunciamientos
judiciales
como
el
de
la
Sentencia
de
Google
y el
derecho
al
olvido,
cuya
aplicación
práctica
es
para
muchos
dudosa,
discutiéndose
si
corresponde
a
las
empresas
ponderar
derechos
y si
están
legitimadas
para
ello.
Big
data,
drones,
vigilancia
electrónica,
ciberguerra,
el
valor
económico
que
ha
adquirido
la
monitorización
y
análisis
de
cookies
y
metadatos
en
el
conocimiento
de
hábitos
de
los
usuarios
para
su
explotación
comercial
e
industrial;
y la
tensión
entre
el
concepto
de
orden
público
y
libertades
y
derechos
fundamentales
del
usuario
están
derivando
en
esa
falta
de
confianza,
seguridad
jurídica
y
competitividad
en
la
UE
frente
a
sistemas
más
laxos,
para
cuya
restauración
se
propone
la
mejora
legislativa
más
adaptada
al
marco
global
que
equilibre
las
condiciones
de
los
factores
intervinientes,
a la
transparencia
y al
respeto
una
privacidad
evolucionada
en
su
dimensión
social
actual.
Se trataron
los
“Desafíos
para
España
de
la
economía
de
Internet”
y el
“Emprendimiento
en
Internet:
Tecnologías
y
personas”
desde
la
capacidad
transformadora
y
generadora
de
oportunidades,
negocio
y
empleo
de
las
TIC
y
los
nuevos
modelos
colaborativos
que
están
sorprendiendo
a
las
profesiones
más
tradicionales.
Los
retos
se
centran
en
el
impulso
de
las
TIC
en
las
empresas,
el
incremento
de
la
capacitación
y
formación
tanto
en
habilidades
digitales
como
en
la
cultura
emprendedora
de
base
tecnológica,
por
su
expansión
global
y
atracción
de
la
inversión;
en
la
mayor
segmentación
y
explotación
de
bases
públicas
generadoras
de
contenidos
y en
la
elaboración
de
modelos
de
evaluación
y
estructura
financiera
que
verdaderamente
potencien
la
inversión
emprendedora
innovadora.
Una de
las
mesas
de
mayor
atractivo
fue
la
de
“Retos
de
la
ciberseguridad”.
Se
tomó
conciencia
de
la
evolución
y
situación
del
ciberdelito
acuñándose
el
término
“Salvaje
Oeste”
representativo
de
“a
lo
que
nos
enfrentamos”,
procurando
dimensionar
que
seguimos
intentando
comprender
comportamientos
y
actividades
antiguas
(como
el
espionaje)
realizados
con
nuevos
soportes
cuya
trascendencia
multiplicadora
deriva
de
la
difusión
que
se
produce
en
la
red.
Se puso
de
manifiesto
el
trabajo
que
se
está
llevando
a
cabo
desde
las
organizaciones
institucionales
de
la
Unión
Europea
y
principales
economías
de
la
OCDE,
a lo
que
España
se
ha
sumado
con
la
puesta
en
marcha
de
la
Estrategia
de
Ciberseguridad
Nacional,
aprobada
5 de
diciembre
de
2013
por
el
Consejo
de
Seguridad
Nacional.
Sin
embargo,
estas
iniciativas
precisarían
instrumentos
más
normalizados
a
nivel
internacional
cuyo
consenso
se
antoja
complicado
dadas
las
diversas
culturas
y
forma
de
apreciar
los
principios
y
derechos
fundamentales
de
los
distintos
agentes
internacionales
implicados,
sin
descartar
que,
en
muchos
casos,
algunos
gobiernos
son
parte
de
la
confrontación.
Ya tenemos
la
experiencia
de
habernos
encontrado
con
una
situación
cuya
seguridad
trabajar
intentando
ponerle
parches
una
vez
se
ha
producido
y;
sin
embargo,
estamos
cometiendo
los
mismos
errores:
Actualmente
valoramos
el
futuro
inmediato
del
internet
de
las
cosas
cuya
seguridad
debería
trabajarse
desde
el
diseño
y no
parece
que
se
esté
haciendo.
Una
reflexión
recurrente
en
todas
las
mesas
del
foro,
que
personalmente
me
resulta
vital,
es
que
en
todo
este
escenario
es
fundamental
el
papel
responsable
de
los
usuarios
en
la
gestión
del
riesgo.
Conscientes
de
las
ventajas
de
las
TIC,
tendemos
a
responsabilizar
a
terceros
sin
ocuparnos
activamente
de
tomar
medidas
en
la
configuración
de
nuestra
intervención
en
el
uso
de
medios
digitales
procurando
evitar,
en
lo
posible,
ciertos
riesgos
propios
y
para
terceros.
El
reto
es
divulgar
una
cultura
de
seguridad
en
la
gestión
del
riesgo
tendente
a
tomar
decisiones
en
equilibrio
entre
las
medidas
a
adoptar
para
garantizar
la
seguridad
sobre
los
beneficios
que
proporciona
la
red,
conscientes
de
las
renuncias
que
implica
respecto
del
concepto
de
seguridad
y
privacidad
objetiva
tradicional.
“Equilibrio”
fue
una
palabra
muy
repetida
en
el
foro.
Es
en
la
búsqueda
de
un
equilibrio
donde
se
atisban
los
conflictos,
la
protección
de
derechos
y
libertades,
y
donde
deben
enfocarse
los
mayores
esfuerzos
divulgativos.
Existe
una
corriente,
a la
que
me
uno,
decidida
a
trabajar
acompañando
al
usuario
en
la
búsqueda
individual
de
ese
equilibrio
como
cuestión
cultural.
Quizás
pensemos
que
no
es
posible
porque
no
forme
parte
de
nuestra
arraigada
educación.
Sin
embargo,
apuesto
a
que
sí
está
formando
parte
de
la
cultura
de
los
nativos
digitales.
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