Una
treintena
de
jóvenes
juristas
recibieron
ayer
en
un
acto
organizado
por
la
Universidad
Rey
Juan
Carlos
de
Madrid,
el
diploma
del
XI
Curso
de
Arbitraje
y
Mediación,
patrocinado
por
la
Corte
Civil
y
Mercantil
de
Arbitraje,
CIMA,
en
esta
oportunidad
y
dirigido
por
José
Fernando
Merino
Merchán,
profesor
de
la URJC
y
titular
de
la
Cátedra
de
Arbitraje
de
esta
Universidad,
la
única
que
hay
en
España
y
por
Antonio
Hierro,
Arbitro
Internacional,
Titular
de
la
Cátedra
de
Arbitraje
de
la
URJC
y
presidente
de
honor
del
CEA
y
miembro
de
diferentes
Cortes
Arbitrales.
El
acto
estuvo
presidido
por
el
decano
de
esta
entidad
académica
Fernando
Bilbao
que
y
contó
con
la
presencia,
junto
a
los
organizadores
del
curso
de
Juan
Serrada,
presidente
de
CIMA
y
Gonzalo
Aguilera,
decano
del
Colegio
de
Registradores.
Todos
ellos
señalaron
el
buen
estado
del
arbitraje
en
nuestro
país
y el
futuro
que
se
abre
a
estos
diplomados
tras
haber
superaron
este
curso
de
115
horas
de
duración.
Fue
el
propio
decano
de
la
URJC,
Fernando
Bilbao,
quien
destacó
la
colaboración
de
CIMA
en
esta
oportunidad
como
patrocinador
de
este
curso
así
como
del
propio
Colegio
de
Registradores
colaborador
de
diferentes
ediciones.
“Los
jóvenes
juristas
ya
no
quieren
ser
solo
jueces
o
fiscales
sino
que
muchos
ellos
quieren
conocer
otras
jurisdicciones
como
la
arbitral
que
sirve
para
resolver
conflictos
de
otra
manera
y
más
ágil”,
destacó.
Supimos
por
sus
palabras
que
la
propia
Universidad
Rey
Juan
Carlos
fue
una
de
las
entidades
firmantes
aquel
19
de
marzo
en
Buenos
Aires,
junto
con
otras
entidades
empresariales
y
jurídicas,
del
Convenio
que
sirvió
para
constituir
CIAR,
Corte
de
Arbitraje
Iberoamericana
que
tiene
sede
en
el
propio
ICAM
desde
hace
varios
meses.
Juan Serrada: “Cualquier Corte arbitral tiene una gran responsabilidad a la hora de administrar arbitrajes. Por eso en CIMA contamos con los mejores profesionales” |
En
su
exposición
Juan
Serrada,
presidente
de
CIMA,
habló
de
la
evolución
del
conflicto
en
nuestra
sociedad.
“Es
algo
inherente
a
nuestros
primeros
antepasados
que
con
el
Estado
moderno
se
mantuvo
en
dos
conceptos:
el
monopolio
de
la
justicia
y el
juez
natural”.
Luego
comentaría
que
a
finales
del
siglo
XIX
frente
a
este
corriente
oficialista
surge
otra
que
impulsa
el
arbitraje
como
fenómeno.
“Ahora
los
conceptos
antes
señalados
se
sustituyen
por
la
autonomía
de
la
voluntad
de
las
partes
que
ayudan
a
configurar
el
proceso
y la
elección
del
árbitro,
así
como
con
el
compromiso
que
suscriben
las
partes
de
comprometerse
a lo
que
dilucide
el
propio
árbitro”,
resaltó.
AL
mismo
tiempo
recordó
que
la
multiplicidad
de
partes,
que
siempre
genera
multiciplicidad
de
contratos,
en
el
arbitraje
lo
hace
aún
más
complejo
aún
para
cualquier
jurista.
El
presidente
de
CIMA
dibujó
lo
que
ha
sido
la
trayectoria
de
esta
entidad
arbitral,
una
de
las
más
veteranas
del
sector,
que
recientemente
cumplió
veinticinco
años
en
un
sector
tan
complejo
como
es
el
del
arbitraje.
“Cualquier
Corte
Arbitral
tiene
una
gran
responsabilidad
a la
hora
de
administrar
arbitrajes.
En
nuestro
caso
tenemos
a
los
mejores
profesionales,
siempre
preparados
y
bien
formados,
para
resolver
los
asuntos
que
lleguen.”
Respecto
a la
colaboración
con
la
Universidad
Rey
Juan
Carlos
comentó
que
“es
nuestra
obligación
apoyar
este
tipo
de
proyectos
porque
tenemos
que
procurar
que
los
jóvenes
juristas
ya
salgan
lo
mejor
formados
para
que
luego
puedan
realizar
su
cometido
de
manera
correcta”.
Recordó
que
éste
es
un
proyecto
de
investigación
docente
a
largo
plazo
del
que
esperan
lo
mejor.
De
hecho
en
próximas
ediciones
cabe
la
posibilidad
que
profesionales
de
CIMA
se
formen
a
través
de
este
programa
especializado
en
arbitraje
y
mediación.
Este
curso
de
ciento
quince
horas
de
duración,
que
ha
sido
patrocinado
por
CIMA
en
su
decimoprimera
edición
se
estructura
en
tres
partes,
una
primera
de
planteamiento
general
que
explica
lo
que
es
el
arbitraje.
Otra
segunda
analiza
la
tramitación
del
arbitraje
y
sus
garantías
como
procedimiento
y
otra
tercera
que
son
los
arbitrajes
especiales:
arbitraje
inmobiliario,
financiero,
societario
incluso
de
construcción.
“Con
este
curso
lo
que
buscamos
es
que
el
futuro
profesional
del
arbitraje
pueda
decantarse
por
una
u
otra
materia
específica.
En
el
caso
de
una
entidad
arbitral
como
CIMA
sirve
para
formar
a
los
profesionales
más
jóvenes
como
aquellos
que
quieren
actualizar
sus
conocimientos”,
aclara
Serrada.
Un
curso
muy
pegado
a la
realidad
Por
su
parte,
José
Fernando
Merino
Merchán
inició
su
intervención
señalando
la
gran
aportación
en
esta
edición
de
Antonio
Hierro,
co-director
del
curso
y
uno
de
los
profesionales
del
arbitraje
más
reconocido
en
nuestro
país.
“Gracias
a su
ayuda
y
colaboración
hemos
podido
ver
ciertos
temas
desde
diferente
perspectiva”,
indicó.
Al
mismo
tiempo
destacó
la
colaboración
como
patrocinador
de
CIMA,
una
de
las
entidades
arbitrales
de
mayor
prestigio
en
el
país.
También
resaltó
que
ya
hay
cerca
de
doscientos
jóvenes
profesionales
que
se
han
formado
en
esta
Universidad
“lo
que
indica
que
estamos
configurando
una
comunidad
de
futuros
profesionales
del
arbitraje
de
habla
hispana
importante”,
recordó.
Para
este
experto
en
arbitraje
es
el
momento
de
que
las
Cortes
Arbitrales
impulsen
la
profesionalización
del
arbitraje.
“Es
fundamental
que
el
árbitro
conozca
el
fondo
del
asunto
y
evite
riesgos
innecesarios
sino
es
experto
en
la
materia.
No
debemos
los
árbitros
coger
un
caso
por
cogerlo
sin
saber
realmente
que
podemos
dar
todo
de
sí”,
remarcó.
Merino
Merchán,
que aquí aparece con el presidente
de
CIMA,
a su
derecha
no
rehuyó
de
la
actualidad
y en
su
turno
de
palabra
habló
del
papel
del
árbitro
como
equijuez
en
muchas
disputas.
“Me
preocupa
que
ahora
los
jueces
hablen
del
orden
público
económico
como
elemento
de
anulación
del
laudo.
Es
evidente
que
el
árbitro
no
puede
hacer
lo
que
quiera
pero
esa
revisión
que
se
deja
en
manos
del
juez
va
sobre
el
fondo
del
asunto
y
eso
puede
generar
inseguridad
jurídica
en
el
arbitraje.
Hay
que
darse
cuenta
que
este
tipo
de
actuaciones
no
pasa
en
ningún
lugar
del
mundo”.
Desde
su
punto
de
vista
cualquier
fallo
en
el
laudo
condena
tanto
al
árbitro
como
a la
Corte
Arbitral
a la
que
presta
servicios
ese
profesional
“y,
en
la
medida
de
lo
posible,
en
muchas
ocasiones
es
evitable”.
A su
juicio
el
arbitraje
no
es
una
parte
del
derecho
civil
sino
que
puede
tener
su
personalidad
y
conceptos
propios.
“El
reto
que
tenemos
los
que
creemos
en
el
arbitraje
es
que
puede
convertirse
en
una
disciplina
autónoma”,
recordó.
Antes
de
la
entrega
de
diplomas
cerró
el
acto
Gonzalo
Aguilera,
decano
del
Colegio
de
Registradores,
quien
explicó
la
evolución
del
arbitraje
en
nuestro
país
y
como
el
propio
Tribunal
Constitucional
en
varias
de
sus
sentencias
le
da
el
equivalente
a la
tutela
judicial
efectiva
tradicional.
Recordó
que
éste
es
un
procedimiento
ágil,
de
coste
razonable
y
que
ahorra
mucho
tiempo
a
las
empresas
frente
a la
vía
judicial
cara
y
lenta.
Recordó
que
encontramos
vestigios
del
arbitraje
en
las
Partidas
de
Alfonso
X El
Sabio
pero
que
incluso
en
la
Constitución
de
1812
ya
había
varios
artículos
que
hablaban
del
mismo.
Sobre
el
desarrollo
legislativo
del
arbitraje
recordó
que
la
ley
del
2003
frente
a
las
anteriores
de
1988
y
1953
era
muy
innovadora
y
había
ayudado
a
regular
la
actividad
arbitral.
Alumnos
que
buscan
su
hueco
en
el
arbitraje
Después
de
la
entrega
de
los
diplomas
pudimos
conversar
con
varios
alumnos.
Muchos
de
ellos
son
doctorados
que
al
final
de
curso
han
destacado
en
disciplinas
que
son
limítrofes
con
el
arbitraje.
Otros
son
profesionales
del
arbitraje
que
vienen
a
refrescar
conocimientos
ante
una
práctica
que
está
en
continua
evolución.
Conversamos
con
Gonzalo
Romero,
abogado
y
con
Brigitte
Evelyn
Rivera.
Para
nuestra
interlocutora
había
curiosidad
por
conocer
el
arbitraje
y
ver
posibilidades
de
dedicarse
en
un
futuro
a
esta
práctica.
“La
experiencia
ha
sido
positiva
tanto
por
los
ponentes
que
han
participado
como
por
el
trato
con
nuestros
compañeros”.
Cuando
preguntamos
a
esta
joven
cuál
es
futuro
advierte
que
aún
no
lo
tiene
claro
sobre
qué
papel
quiere
desempeñar
en
el
mundo
del
arbitraje.
“Ha
sido
muy
interesante
conocer
los
diferentes
ámbitos
del
arbitraje,
como
el
societario
o
inmobiliario”.
Por
su
parte,
el
joven
letrado
Gonzalo
reconoce
estar
especializado
en
derecho
procesal-civil
y en
su
despacho
la
socia
directora
de
la
firma
había
intervenido
en
algunas
ocasiones”
Creo
que
es
un
mundo
apasionante.
En
cuanto
vi
la
oportunidad
de
apuntarme
a
este
curso
lo
hice
directamente.
“Ahora
su
futuro
en
esta
práctica
parece
que
se
va a
decantar,
en
principio,
por
ser
abogado
de
parte
“y
con
el
tiempo
cuando
adquiera
la
experiencia
necesaria
podré
ser
designado
como
árbitro”,
resaltó.
Reconoce
que
en
este
curso
ha
disfrutado
mucho
con
todo
lo
relacionado
con
el
arbitraje
internacional
“al
final
ves
que
hay
una
combinación
de
todos
los
ordenamientos
lo
que
hace
que
tu
mente
se
abra
bastante
a
estas
tendencias”.
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