El dedo de Marchena

Publicado el martes, 14 mayo 2019

José Manuel Pradas, Abogado.

Desde hace casi dos meses compatibilizo mi trabajo diario en el despacho con el mejor Magazine diario en televisión. Me refiero, claro está, a la retransmisión del juicio a los dirigentes políticos del denominado “procés”. En mi día a día por los Juzgados de toda España he coincidido con bastantes compañeros y miembros de la carrera judicial que tienen la misma afición de manera que estamos enganchados al día a día del juicio y nos es indiferente, televidentes enfebrecidos, que el testigo sea alguien de relevancia política, un anónimo e invisible funcionario de policía o un aguerrido seguidor de las consignas independentistas.

José Manuel Pradas Poveda

José Manuel Pradas Poveda, Abogado.

Siendo el Derecho penal un mundo poco conocido para mí, debo confesar que disfruto viendo las sesiones del juicio. Tanto es así que por la tarde casi obligo a mi hija –estudiante de Derecho y Criminología- a que vea algún video escogido, posiblemente  con menos éxito del que me gustaría pero con la sana intención paterna “de que algo se le pegue”. Ojalá que así sea.

Y como es lógico entre los teleadictos, según van pasando los días, uno se va haciendo cómplice con los pequeños matices de la retransmisión y con los que realmente se llega a disfrutar. Me gusta mucho ver esa sonrisa del magistrado Antonio del Moral entre testigo y testigo. Me pregunto qué estará pasando por la cabeza del jurista que, quizá con el Catedrático Jiménez-Blanco, tenga el más fino sentido de humor que conozco (teclee el lector en cualquier buscador Antonio del Moral – Blancanieves y me dará la razón). Disfruto con los interrogatorios pausados del fiscal Javier Zaragoza e intento comprender los caminos de las dos líneas de defensa establecidas que parecen establecidas.

Pero, como claramente se sugiere en el título, yo he venido a hablar del dedo de Marchena.

La autoridad con la que preside el Tribunal, según van pasando las semanas está cada vez más acrecentada Me sorprende su disciplina mental. Deseo profundamente pillarle despistado o distraído en algún momento y tal es la fecha en que no lo he conseguido. Es posible que además de su profesionalidad, él sea consciente de la tarea histórica que está llevando a cabo. Marchena, lo quiera o no ocupará ya un lugar en la pequeña o a la gran historia de España y eso vacuna contra cualquier relajo.

También soy consciente, como supongo lo serán él y sus compañeros que, dictada la sentencia, serán paradójicamente ellos los juzgados en los Tribunales europeos y que, perversamente, se voltearán las posiciones, las defensas pasarán a acusar al Tribunal de vulnerar vaya usted a saber qué Derechos Humanos, cuando para mí al menos, a quien realmente se han conculcado sus derechos es al sufrido pueblo español, desde Figueres a Ayamonte y desde La Coruña a Cartagena.

Quiero pensar entonces que no solamente están juzgando, sino que a la vez están, de alguna forma, preparando su defensa y vaya si la están preparando. La labor de Marchena está siendo absolutamente irreprochable y solo resta confiar en que el Tribunal dicte una sentencia justa y sobre todo razonada hasta el más mínimo detalle para que, sea cual sea el resultado, resulte inatacable en todos los aspectos.

Hay frases o muletillas de Marchena que, a más de un justiciable y no digamos a los profesionales de la justicia no dejan de sorprendernos gratamente. Cuando en el día a día padecemos los retrasos en los juicios o algún trato descortés de un juez -afortunadamente ya escasos- ver como educadísimamente se piden disculpas a un testigo por el retraso a la hora de declarar; o esa frase de  “sea tan amable de responder a las preguntas que le hará el señor fiscal”, hablan muy mucho de la altura de ante quien estamos. En sentido contrario, expresiones como “mire usted señor Letrado” o “vamos a ver…” lo dicen todo de cómo se puede ejercer la autoridad sin necesidad de decir una palabra mas alta que otra. Si se me apura, las regañinas de Marchena, sus reconvenciones, prácticamente carecen de énfasis, pero ¡menudo efecto producen!

Y por fin llegamos al dedo. Un dedo, generalmente el índice de su mano izquierda, que a mí me tiene hipnotizado. Al que mi mirada busca en cuanto barrunto que va a tomar la palabra. Firmemente apoyados los brazos en la mesa sin necesidad de despegarlos, su mano se abre y entonces su dedo señala en pequeños giros a derecha e izquierda, arriba y abajo con un pequeño movimiento de muñeca. Ahí es donde aparece lo que justo acabo de negar en el párrafo anterior, la presunta ausencia de énfasis. Su dedo es su énfasis y causa en mí una especie de abducción que, de estar yo allí, provocaría mi absoluto sometimiento a sus indicaciones.

Hay una famosa epístola de Quevedo, dedicada al Conde Duque de Olivares, cuyos primeros versos dicen:

No he de callar por más que con el dedo

Ya tocando la boca o ya la frente

Silencio avises o amenaces miedo

El dedo de Marchena no va ni a la boca ni a la frente, como he dicho apenas se despega de la mesa, pero para mí demuestra tanta autoridad, como la que tendría don Gaspar de Guzmán en todo el esplendor de su poder.

Siga pues señor Marchena con su dedo convertido en aguja de marear y lleve la nave del juicio a buen puerto, lo merecemos los españoles y se lo merece usted.

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La redacción de Lawyerpress NOTICIAS la componen periodistas de reconocido prestigio y experiencia profesional. Encabezado por Hans A. Böck como Editor y codirigido por Núria Ribas. Nos puede contactar en redaccion@lawyerpress.com y seguirnos en Twitter en @newsjuridicas

2 Comentarios sobre este articulo. Comenta tu primero.

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    Francisco Rodriguez 14 mayo, 2019 a las 13:49 - Reply

    Muy bueno hijo, yo cuando puedo también disfruto de las sesiones.

  2. Avatar
    Carlos 14 mayo, 2019 a las 18:49 - Reply

    Extraordinario artículo muy agudo y observador, nos describe con todo lujo de detalle el buen hacer del juez Narchena en el juicio del proceso.

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