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22 de ABRIL de 2016

Europa y Turquía: una alianza en contra de la civilización

LAWYERPRESS

Por Castor Villar, Asociado Senior de Ernesto Díaz-Bastien & Asociados Abogados

 

Castor Villar, Asociado Senior de Ernesto Díaz-Bastien & Asociados AbogadosPara comprender el desamparo (jurídico y humano) en el que están inmersos cientos de miles de seres que buscan asilo en Europa, es necesario explicar que desde el 15 de junio de 1990 existe un sistema europeo de asilo, inicialmente conocido como Convención de Dublín (hoy Reglamento de Dublín), implementado para dar asilo a personas que huyen de su país porque son perseguidas o porque sus vidas y las de sus familias están en peligro. Así pues, en 1990 Europa se otorgó un sistema de asilo propio al existente modelo previsto, por las Naciones Unidas, en la Convención de Ginebra de 1951 (Convención para el Estatuto del Refugiado).

Nuestro sistema de asilo, que ha sufrido varias reformas y ajustes desde 1990, viene tropezando -desde un tiempo atrás- en el siguiente punto: el desequilibrio de cargas entre los Estados miembros europeos a la hora de examinar las peticiones de asilo. En efecto, el sistema del Reglamento de Dublín estableció que la petición de asilo deberá ser examinada en y por el Estado donde el refugiado entró por primera vez en territorio europeo. Para entender la dimensión del escollo pongámosle cifras: Grecia recibió casi un millón personas entre enero de 2015 y febrero de 2016. ¿Qué Estado europeo está preparado para soportar una carga de ese tamaño?

Ante el doble problema, el del elevado número de refugiados y el de la carga excesiva que deben soportar algunos Estados para atenderlos, hechos conocidos por venirse denunciando en los distintos comités del Consejo de Europa, la solución pergeñada ha sido alcanzar un acuerdo con Turquía para llevar a cabo una “estrategia” para “atajar” la “crisis migratoria”. Pues bien, no cabe acudir a estrategia europea alguna, mucho menos en materia de refugiados, si ésta no se enmarca dentro de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (CDFUE), y, especial, el respeto al derecho fundamental que garantiza que “nadie podrá ser devuelto, expulsado o extraditado a un Estado en el que corra un grave riesgo de ser sometido a pena de muerte, a tortura o a otras penas o tratos inhumanos o degradantes”.

El acuerdo alcanzado es una ignominia para los refugiados, casi todos ellos huyendo de guerras o zonas de conflicto (Siria, Afganistán, Iraq), por cuanto que ahora Turquía, un país que ha sido reiteradamente condenado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por violación de derechos fundamentales, será quien se haga cargo de los expulsados. Además, el acuerdo suscrito con Turquía contraviene, incluso, la doctrina del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, quien en una sentencia de 21 de diciembre de 2011, dijo que incumbía a los estados europeos asegurarse de ”no trasladar a un solicitante de asilo…cuando existan motivos serios y acreditados para creer que el solicitante correrá un riesgo real de ser sometido a tratos inhumanos o degradantes”, y si la prevención de no trasladar solicitantes de asilo es aplicable entre países europeos habrá que extenderla también a terceros estados.

El Consejo de Europa ha adoptado un acuerdo con un país al que el propio Consejo le ha tenido que recordar, según la nota de prensa previa al acuerdo de 18 de marzo, que “debe respetar los principios democráticos y los derechos y libertades fundamentales”, y, para completar el despropósito, el Consejo ha dejado en manos de Grecia, a quien el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha calificado como “degradante” el trato dado a los refugiados, con el reto de proveer de alojamiento y asilo a 50.000 emigrantes y refugiados desplazados tras el cierre de la “ruta alemana de los Balcanes”, además de hacer frente a la situación de los emigrantes ya asentados y tramitarles las peticiones de asilo a razón de 10.000 personas por semana hasta regularizar la crisis.

La Unión Europea y Turquía han firmado una alianza en contra de los valores y principios fundamentales de las personas: han firmado una alianza en contra de la civilización.

 

 

 

 
 
 

 

 

 
 
 
 
 
 
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