“El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder entusiasmo”.
Winston Churchill
Últimamente percibo algún desencanto por quienes con ilusión y ganas empezaron
este proyecto de la mediación. Parece que después del boom de cursos de
formación, de la burbuja formativa, diría yo, no sabemos qué hacer con
tanto mediador. Teniendo en cuenta que somos unos quince mil repartidos por toda
la geografía española es relativamente fácil encontrar a alguien formado en
mediación. La ventaja es que somos más de los mismos hablando de lo mismo.
Y es aquí donde me gustaría reflexionar.
Es verdad que el pasado mes de octubre ha sido un mes intenso para mediadores. O
al menos eso se ha comentado en “mi círculo”, limitado a la Comunidad donde
vivo. No sé si opinarán lo mismo otros mediadores de otros puntos de la
geografía española. El caso es que estos encuentros, jornadas y talleres sirven
para intercambiar opiniones, conocer a buenos profesionales y compartir
experiencias. Yo, que aún no he asistido a muchos, los abordo con gran
entusiasmo, aprendo mucho de quienes llevan más tiempo y siempre, siempre me han
aportado algo o me han hecho reflexionar sobre alguna cuestión.
Y la reflexión de este mes es que pienso que aún tenemos mucho por hacer los
mediadores. Lo primero dejar de quejarnos sin sentido. Porque por
supuesto que hay quejas “con sentido” aunque en este caso se trata, más
bien de reivindicaciones (exigir remuneración siempre pero sobre
todo cuando el servicio se ofrece por la Administración, una regulación más
casuística y no tan abierta…)
Pues bien, lo que no me gusta es ese mantra que suena de fondo de “no hay
trabajo, es que otros profesionales nos ven como una competencia, es que la
mediación aún no es muy conocida”, y así un largo etcétera.
Que no hay trabajo me parece un poco discutible. A ver ¿con qué trabajamos los
mediadores?, con conflictos ¿no? ¿Cuánta gente conoces con conflictos en su
ámbito personal o profesional y que aún deseando que pase el mal trago no sabe
resolverlos o afrontarlos por sí mismos? Unos cuantos. Y si hay potenciales
clientes ¿por qué no compran la mediación? Pues porque no la vendemos todos y
cada uno de nosotros. Y sí, he hablado de “vender”.
Y es que, como me dijo hace poco un consultor, cuando salimos a la calle no
somos sólo mediadores, somos vendedores de nuestro producto, hay que
hacer marketing. Dejar de tenerle miedo a las tecnologías, porque aunque
no será lo que haga tener trabajo en sí mismo, sí ayuda a dar visibilidad
a la profesión.
Señores mediadores tenemos que vendernos, dar a conocer nuestro trabajo.
Ofrecemos un servicio, no un producto y ello dificulta la tarea. No
podemos poner un stand en una feria y que se lleven muestras. Vender un servicio
es más complejo porque es intangible. Hay que saber transmitir la idea de por
qué mereces que te compren, saber crear la necesidad en el cliente. Y
quien piense que es fácil, malas noticias, no hay más truco que trabajar,
trabajar y trabajar. Que no es fácil, por supuesto. Pero no imposible. Sería una
pena que nos cargáramos la mediación antes de haberla empezado.
Conozco algunos ejemplos de mediadores que acuden a programas de televisión y
radio pero ¿cuántos? Una gran minoría. Nos instalamos en la queja de que
los medios de comunicación no se ocupan de nosotros y no somos capaces de
escribir, por iniciativa propia, un artículo de opinión para enviarlo a nuestro
periódico local, o a este mismo medio, por ejemplo. Muchas veces pretendemos
que sea otro el que se tome el interés que nosotros deberíamos demostrar
por hacer visible nuestra profesión. Y, seamos realistas, la mediación
no despierta la misma expectación que el problema de los refugiados sirios o la
independencia de Cataluña. Vamos, que el periodista no percibe “lo importante”
que es para nosotros dar difusión a nuestra profesión por “ciencia
infusa”.
Sentemos bases sólidas, lo que para mí significa ser honesto con el
trabajo que realizamos. No vender humo, ser conscientes de nuestras
limitaciones y no transformar la mediación en un “aquí vale todo”.
Saber derivar a compañeros con experiencia. Uno no puede pretender saber hacerlo
todo y ¿no había dicho antes que somos unos cuantos mediadores? No tengamos
miedo al compañero que forma, ¡es estupendo que lo haga y que lo haga bien!
Abramos las puertas. Si hay formación de calidad habrá mediadores de calidad.
Los usuarios que se acerquen a la mediación porque por fin lo hayan conocido
empezarán a aceptar la mediación como ese “algo” que necesitaba que existiera
y no sabía que estaba. En definitiva, habrá recibido un servicio
satisfactorio.
No seamos “talibanes” de la mediación, no engañemos. No todo puede
mediarse y no sólo porque lo diga la ley sino porque no todo el mundo la acepta
y para ello ya existen otros cauces. No insistamos tanto, demos información,
vayamos a por todas cuando queramos convencer, pero no volvamos y volvamos al
mismo sitio donde vimos que no se entendía por mucho que lo explicásemos. No se
trata de convencer a todo el mundo, no todo el mundo va a ser nuestro
cliente o a lo peor no está preparado aún para serlo.
Y que somos muchos…perdón por el ejemplo, pero también hay muchas
peluquerías, panaderías y farmacias y hasta donde yo sé luchan cada día para que
entre un cliente por la puerta. Y una vez ha entrado hay que mantenerlo,
cuidarlo y, en nuestro caso ir a buscar otro más. Si el boca a boca trae
una segunda mediación y luego otra, ¡a luchar por conseguir la primera! Insisto,
no hay más truco que el trabajo duro.
Y por favor, respeto por el compañero que hace las cosas de otra manera.
A ver si va a resultar que después de tanto curso nos hemos saltado el tema de
la inteligencia emocional y si no hacen u opinan e-xac-ta-men-te como nosotros
lo hacemos lo mandamos a la hoguera…Precisamente ahí, en la diversidad, está
también nuestra riqueza.
Yo no seré la mediadora ideal para determinado cliente y sí para otro. Somos
muchos, hay campo para todos porque del mismo modo que elegimos médico (o
peluquero) habiendo muchos, también podemos elegir el mediador que más se adapte
a nosotros.
Pero vendámonos, vendámonos.
Feliz día. |