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13 de NOVIEMBRE de 2015

Regeneración democrática y futuro del CGPJ

LAWYERPRESS

Por Salvador Viada Bardají.  Fiscal del Tribunal Supremo.  Portavoz de la APIF

 

Salvador Viada Bardají.  Fiscal del Tribunal Supremo.  Portavoz de la APIFTan harto estoy de mentiras y medias verdades en Justicia por parte de los políticos que han gobernado España desde la Transición que me cuesta ilusionarme con propuestas.   Se que hay cosas importantes que han cambiado: tenemos un nuevo Jefe del Estado que ha de impulsar a la manera de un árbitro del funcionamiento de las instituciones, cambios en lo peor de nuestra democracia como mejor garantía de continuidad a largo plazo del sistema monárquico y tengo honestamente la impresión de que está en ello.

  Parece haber además un hartazgo de muchos ciudadanos –acentuado por la crisis- por abusos de la política de los partidos de gobierno, principales responsables de la corrupción, de la falta de medios para combatirla, de la politización de la Justicia (y del Tribunal Constitucional, del CGPJ, y de la generalidad de los mecanismos diversos de control del funcionamiento del Estado y de la economía; y de los medios de comunicación públicos); responsables de permitir y fomentar el tránsito de la política a la judicatura o a la fiscalía (en viajes de ida y vuelta) premiando así a jueces y fiscales afines. Partidos que son por tanto responsables de que el sistema judicial español esté mal diseñado y aporte poco a la calidad democrática española.  Ese hartazgo parece que se canaliza hoy en España mediante el discurso renovador de dos partidos emergentes y de otro que ha rendido valiosos servicios -UPyD- en la lucha contra la corrupción.   Ciudadanos, que lleva bastantes años luchando a favor de la unidad de España en Cataluña en un ambiente muy difícil, ha proclamado una serie de medidas para cambiar España, para regenerar democráticamente el funcionamiento de las instituciones y singularmente de la Justicia.   Adelanto que en materia de Justicia no recuerdo promesas de cambios positivos que al llegar al poder el partido que las anunció las llevara a cabo.    Por el contrario, he visto mentiras, excusas, incumplimientos o engaños electorales, disculpas o rectificaciones interesadas hasta el cansancio y a lo largo de muchos años. Por ello cualquier propuesta positiva me gusta, como me gusta en general escuchar cosas bonitas.  Pero confiar, confiaré cuando lo vea.

En materia de Justicia, hay en Ciudadanos una propuesta estrella, instrumental para conseguir en su opinión una mejor administración de Justicia, que es la supresión del CGPJ y la atribución de las funciones que hoy la Constitución asigna a dicho órgano al Presidente del Tribunal Supremo que sería elegido por una amplia mayoría del Congreso de los Diputados.     No creo honestamente que un supergobernador de los jueces vaya a garantizar –por muy blindada que esté su independencia y por mucho consenso que haya en su nombramiento- que no se vayan a producir abusos o presiones.   Unas presiones que si se produjeran provendrían de quien ostentaría “todo” el poder en el Gobierno de la Judicatura.  Ya no se trataría solo de la influencia que ejerciera un vocal, o el partido político o el ministro que eligió al vocal (algo que ya incordia): se trataría de abusos de quien detentaría un enorme poder sobre la carrera profesional de los jueces.   A mi no me convence nada el poder sin contrapesos y no creo siquiera en la existencia de un hombre o mujer providencial capaz de garantizar el correcto funcionamiento de todo lo que Ciudadanos quiere poner en manos de ese supergobernador o supergobernadora de los jueces.  Por eso no me gusta la propuesta, la considero un error grave de planteamiento y desde luego no aventuro a la misma un largo recorrido, debido a la falta de consenso, a las magras explicaciones que he escuchado sobre la misma y por la crítica fundada -que en buena parte comparto- de sectores profesionales tan deseosos de eliminar la politización de la Justicia como Ciudadanos.   Confío en que rectifiquen.   Sin embargo, si veo algo positivo en la sugerencia de esa medida extrema y a mi juicio como digo, desafortunada: Ciudadanos abomina del actual modelo de CGPJ, hasta el punto de pensar en cargárselo.    Yo también creo que ese órgano es quizá el principalmente responsable -desde 1985- de gran parte de los males que afectan a la Justicia española y por tanto de nuestra misma democracia.    Al ser ocupado por los partidos políticos, con reflejo en su composición de las mayorías políticas del momento; al haber elegido en muchas ocasiones esos partidos a personas como vocales que actuaban subordinando su criterio al de quienes les nombraban (ha sido un bochorno ver una y otra vez publicado antes el  nombre del Presidente del CGPJ que el de quienes lo habían de elegir); al haberse configurado la jerarquía de la judicatura por personas elegidas por criterios de afinidad ideológica en demasiadas ocasiones (me resisto a poner ejemplos, aunque me salen  por todos los dedos en el teclado); al haber lanzado las carreras profesionales de quienes avispadamente intuyeron que la ostentación de la sintonía ideológica con los partidos era un buen modo para ello; al haberse en suma contaminado algunas asociaciones profesionales de jueces de parte de esos defectos del sistema, el resultado es -en  mi opinión- que el balance para la salud democrática española del  CGPJ es pobre.     El problema no es que el Consejo no haya preservado la independencia judicial, ya que esa independencia está garantizada por la Constitución.   La cuestión a mi modo de ver, es que siendo la independencia instrumental para garantizar la imparcialidad de los jueces en sus resoluciones, el Consejo –mediatizado por los partidos políticos- ha elegido en demasiadas ocasiones a jueces que hacían ostentación de su orientación ideológica partidista, con lo cual seguían y siguen siendo independientes, pero ya no hay apariencia objetiva de imparcialidad.    El Consejo no ha sido, en suma, garante de mantener y promover la imparcialidad de los jueces y en particular de su jerarquía, sino que ha hecho en ocasiones lo contrario, ha promovido las carreras profesionales de algunos magistrados en atención a sus orientaciones politico partidistas, al igual que ha sucedido en la Fiscalía.   Ha habido tanta gente que ha participado de este juego que las posibilidades de regeneración real del sistema solo serán altas en el curso de bastantes años por venir.

Es precisamente ese ánimo renovador en las propuestas de Ciudadanos –con la  excepción mencionada- el que yo destaco en el conjunto de propuestas que hacen, en las que hay algunas que encuentro excelentes.    Yo creo que hay que establecer de una vez el mérito, la capacidad y la antigüedad como criterios rectores en los nombramientos y en el desarrollo de las carreras profesionales de jueces y fiscales.  Hay que acabar con los aforamientos, ya que a través de ellos se canalizan las responsabilidades penales de quienes se benefician de ellos a unos pocos Tribunales mucho más sencillos de mediatizar a través de nombramientos.   Hay que acabar también con la extensión desmedida de los suplicatorios, de las inmunidades y de otros blindajes del poder político frente a la Justicia.  Hay que acabar con la influencia de los parlamentos autonómicos en la designación de magistrados en TSJs.  Hay que acabar con la influencia partidista en la Judicatura (en mi opinión reformando, reduciendo la magnitud y el coste del funcionamiento del CGPJ, pero no cargándose el órgano).   Hay que cambiar el proceso penal, hay que reformar radicalmente el funcionamiento de la Fiscalía General, despolitizando también la institución, acabando con la designación gubernamental de su titular y estableciendo una serie de controles internos y externos (básicamente parlamentarios) en su funcionamiento administrativo, dotándola al tiempo de presupuesto propio.   Hay que exigirle al FGE unos mínimos éticos de comportamiento profesional, vedando sus salidas a actividades privadas durante unos años tras su mandato y obligándole a tener transparencia en sus relaciones con el Gobierno y con la oposición, así como en el funcionamiento administrativo de la Fiscalía.  Hay que empezar a exigir al FGE y a la Fiscalía resultados, y consecuentemente exigir responsabilidades por el mal funcionamiento de la institución en cualquiera de sus aspectos.    Hay que potenciar las funciones del Consejo Fiscal al tiempo que hay que modificar el régimen electoral de acceso al mismo, hoy diseñado para que solo entren en él los vocales propuestos por las asociaciones afines a los partidos políticos que han  gobernado España.   Y naturalmente hay que establecer blindajes especiales en la actuación profesional de los fiscales encargados de la lucha contra la corrupción.     Pero también hay que considerar la Justicia como una prioridad nacional, y eso significa una prioridad en el presupuesto.

Muchas de esas cosas se recogen en las propuestas de Ciudadanos, así también se incluye la de despolitizar el Tribunal Constitucional, medida absolutamente indispensable si queremos tener un garante del cumplimiento de la Constitución que sea visto por todos como realmente imparcial.  

¿Es positivo en suma lo que propone Ciudadanos en materia de Justicia?   Salvo la ocurrencia de la supresión del CGPJ, en mi modesta opinión no solo positivo, sino que muchas medidas son imprescindibles.  Pero, claro, yo creeré cuando lo vea.

 

 

 

 
 
 

 

 

 
 
 
 
 
 
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