El
pasado 20 de octubre, en el auditorio de la Mutua Madrileña en Madrid y ante
cerca de quinientos asistentes, en su mayoría vestidos de abogados, arrancó la
segunda edición del Legal Management Forum, organizado por Wolters Kluwer e
Inkietos.
Según sus organizadores, el evento tiene como objetivo “servir como espacio para
la reflexión y el conocimiento de los principales retos y oportunidades
relacionados con la gestión en el sector legal, permitiendo a los profesionales
anticiparse a los cambios y tendencias globales y obtener así ventajas
competitivas”. Lo presentan como “un proyecto pionero en España, con la vocación
de promover la creatividad y la innovación en la gestión de despachos y
contribuir al desarrollo de la abogacía en su vertiente organizativa,
empresarial y económica”.
A lo largo de la jornada, expertos y reputados ponentes abordaron con mayor o
menor acierto aspectos relativos a la tecnología, la innovación, los nuevos
modelos de negocio, la fijación de precios, la gestión de proyectos, los
diferentes modelos de crecimiento, la captación de clientes y la igualdad y
paridad en el sector legal.
La primera parte del evento se centró en cuestiones técnicas y tecnológicas más
orientadas a la propia organización y gestión de los despachos en su sentido más
amplio, con propuestas interesantes para la captación y retención de clientes.
La segunda parte, en cambio, adquirió un marcado carácter personal, incluso me
atrevería a decir privado, donde destacó la cercanía de algunos de los ponentes.
Fueron las cuestiones humanas las que arrancaron los únicos aplausos
espontáneos del día y en un momento dado Antonio Garrigues Walker alzó
ligeramente la voz para sentenciar sin tapujos, mirando directamente al
auditorio que “la tecnología no va a cambiar al ser humano porque la condición
humana no cambia”. En mi opinión, un gran acierto de la organización presentar
esa combinación entre negocio y persona.
Los asistentes escuchamos de forma reiterada conceptos como tecnología,
innovación, gestión, calidad, adaptación, proactividad, emprendimiento, marca
personal, creatividad, flexibilidad y pasión. Se escogió la tercera letra del
alfabeto para simbolizar el crecimiento y el futuro; la “c” de creatividad,
calidad, colaboración, cercanía, conocimiento, cultura, confianza, compartición
y contenido tuvo un protagonismo destacado a lo largo de la jornada.
En general, las ponencias estuvieron a la altura de las expectativas y sólo me
atrevería a criticar la decisión de dejar para el final del foro una ponencia
interesante pero excesivamente técnica y densa para ese momento de la jornada.
Mención especial merecen las frases lapidarias de algunos de los ponentes como
por ejemplo el consultor estratégico Christopher Bockman acerca de la
resistencia al cambio en el sector legal, “la abogacía es una profesión antigua
y tal vez muchos despachos son demasiado rentables como para plantearse las
grandes preguntas que conducen al cambio”. Bockman en su intervención también
destacó la necesidad de apostar por “reconectar con el espíritu emprendedor”.
Por su parte Santiago Gómez, director se sistemas de información de Uría
Menéndez apuntó que los abogados precisan formación en cuanto a tecnología,
destacando que habrá mucho camino ganado cuando los abogados del despacho dejen
de ser clientes de los departamentos de sistemas para pasar a ser colegas.
Paula Fernández-Ochoa, consultora de gestión y socia de More Than Law, a
propósito de la necesidad del abogado de adaptarse al cambio que está sufriendo
el sector legal habló de carreras profesionales líquidas que hay que “nadar y
surfear” destacando que “no existen carreras para toda la vida”.
Mitch Kowalski, consultor de innovación, en su intervención en el panel dedicado
a nuevos modelos de negocio en la abogacía destacó que "los despachos deben
actuar como orquestas, sin estrellas".
Tim Bratton, director de desarrollo de negocio de Lawyers on Demand terminó su
presentación con la frase “Happy lawyers are effective lawyers”. Y Elliot Moss,
director de desarrollo de negocio de la firma Mishcon de Reya, hizo hincapié en
la relevancia de tener personal válido dentro de las organizaciones, con
inquietud por aprender y por mejorar apuntado que “nada es sólo negocio, todo
tiene una parte personal”.
Pero tras casi diez horas de ponencias, presentaciones, debates, diálogos e
incluso juegos mentales de conexión, surge la pregunta ¿y ahora qué?. ¿Qué
hacemos con toda esa información que, sin duda, ha calado en la mayoría de los
asistentes?. Pues después de la resaca y tras unos días de reflexión – lo cual
evidencia que el objetivo principal de la organización de hacernos reflexionar
se ha cumplido- ahora toca esforzarse y trabajar.
Averiguar los que somos y lo que queremos ser, realizar análisis de autocrítica,
tener la valentía para cambiar las cosas, reconocer errores, mejorar la actitud,
tomar decisiones, diferenciarnos, adaptarnos, ser flexibles creativos e
innovadores, observar a las nuevas generaciones y aprender de ellas, poner
pasión en lo que hacemos, adaptarnos a las nuevas tecnologías, formarnos,
establecer una política de precios adecuada y, en definitiva, definir una
estrategia clara con la finalidad de captar y retener a los clientes no es tarea
fácil.
Hacer y ejercer derecho de otra manera requiere esfuerzo y trabajo. Pongámonos
manos a la obra y no perdamos tiempo. |