Internet, la digitalización y las nuevas tecnologías han provocado enormes
cambios en muchos sectores económicos. Los abogados habíamos permanecido
relativamente ajenos a esa revolución pero
las cosas están cambiando en los últimos años, sobre todo en el mundo
anglosajón.
Como apunta
Fernando Mier en un brillante artículo sobre las trampas del pensamiento
inductivo publicado en
+More Than Law hace más de un año, muchos abogados nos aferramos a como ha
sido la profesión hasta ahora, y nos negamos a reconocer la evidente
transformación que ha sufrido nuestro negocio. Nos pasa como a los pavos, que
tienen una percepción de los humanos como unos seres generosos que cuidamos de
ellos y los alimentamos espléndidamente sin ningún motivo aparente… hasta que
llega el día de Thanksgiving.
Dicha transformación está siendo liderada por
empresas con base tecnológica, que tradicionalmente no habían jugado un
papel relevante en el mercado legal, pero todo apunta a que
los principios que rigen la denominada “economía colaborativa” van a terminar
impregnando también al sector jurídico. Los clientes van a tener cada vez
más alternativas por lo que empezarán a demandar servicios online de calidad a
precios asequibles. Eso va a hacer difícilmente sostenible que, por ejemplo,
70.000 abogados sigan ejerciendo en Madrid.
¿Qué podemos hacer entonces? Está claro que hay que cambiar cosas.
Este vídeo nos da seis pistas para adaptarnos al nuevo entorno, mejorar la
productividad y convertirnos en profesionales digitales porque dentro de unos
años no habrá abogados 2.0 y letrados tradicionales. El profesional que no tenga
habilidades técnicas, tendrá muy complicado seguir siendo competitivo.
Uno de los abogados que mejor ha entendido lo que está pasando es el canadiense
Jordan Furlong. En su libro “The
new world of legal work. The changing rules of the 21st century”
disecciona la situación de una forma muy certera y ofrece valiosos consejos
tanto a los abogados de despacho como a los in-house. El libro empieza con una
frase que puede desconcertar a muchos: “es prácticamente imposible anticipar el
impacto de los acontecimientos disruptivos”. No lo cita pero esa es la
tesis que defiende Taleb cuando habla de los cisnes negros, quien por cierto
también menciona a los pavos en su libro.
Sostiene Furlong que las tareas legales cada vez más se van a realizar fuera de
los despachos, fuera de nuestra profesión e incluso fuera del entorno humano.
Afirma también que las horas facturadas dejarán de ser el principal indicador de
productividad y que ésta se medirá de modo creciente por el valor aportado al
cliente. Cada vez más, los asuntos jurídicos, incluso los más complicados, se
tratarán como proyectos y se descompondrán en partes, que serán ejecutadas por
quienes tengan las habilidades correctas y ofrezcan el precio adecuado.
La agilidad será uno de los requisitos más demandados, como ocurre actualmente
en otros mercados y habrá cada vez abogados cualificados free-lance que
competirán para unirse a equipos que se crearán para proyectos concretos. Esto
último ya lo están potenciando empresas como
Axiom Law.
Además de las cuestiones que apunta Furlong, considero que los letrados
deberíamos salir más de nuestro mundo legal y tener contacto permanente con
físicos, ingenieros, médicos, filósofos, economistas, etc. Ahora mismo, los
fiscalistas sólo examinan los temas desde el punto de vista impositivo, los
penalistas no se meten en los temas laborales (ni viceversa) y los abogados
dedicados a la privacidad no ven mucho más allá de las resoluciones de la
Agencia de Protección de Datos. Hay que romper esos silos internos y
relacionarnos más con otras disciplinas y ciencias en las que están pasando
cosas interesantísimas –la nanotecnología es un buen ejemplo- que los juristas
no nos podemos permitir el lujo de ignorar. En definitiva, tenemos leer el BOE
pero al mismo tiempo estar en contacto con el mundo.
En conclusión, todo indica que se avecinan curvas así que nos conviene estar muy
atentos, ir abandonando progresivamente la zona de confort, potenciar nuestra
creatividad y trabajar en dos elementos que cada vez van a ser más importantes
como son la marca personal y la reputación online. |