Muchas
togas,
bastantes
abrazos
y
algunas
buenas
intenciones.
Todos
los
años
el
Salón
de
Actos
del
Tribunal
Supremo
abre
sus
puertas
al
año
judicial.
Una
efeméride
presidida
desde
el
pasado
año
por
SM
Felipe
VI y
que
fue
el
debut
de
personalidades
como
el
Ministro
de
Justicia,
Rafael
Catalá,
la
FGE,
Consuelo
Madrigal
y el
Consejero
de
Presidencia
y
Justicia
de
la
Comunidad
de
Madrid,
Angel
Garrido,
acompañado
de
Ricardo
Ruiz
de
la
Serna,
Director
General
de
Justicia.
Ausencias,
Jueces
para
la
Democracia
que
como
en
otros
años
prefirió
no
acudir
a
este
acto
y la
de
la
decana
Sonia
Gumpert
del
ICAM
en
México
al
celebrarse
el
Congreso
de
la
UIBAS.
En
las
intervenciones,
l
presidente
del
Tribunal
Supremo
y
del
Consejo
General
del
Poder
Judicial,
Carlos
Lesmes,
defendió
la
plena
independencia
de
la
actuación
de
los
jueces
en
la
lucha
contra
la
corrupción
y ha
asegurado
que
“las
críticas
interesadas
no
van
a
conseguir
debilitarla
ni a
corroer
la
confianza
de
los
ciudadanos
en
las
distintas
instancias
judiciales”.
Lesmes
que
señaló
la
situación
dramática
de
la
justicia,
con
una
tasa
de
litigiosidad
de
las
más
elevadas
de
Europa
y de
jueces
por
habitante
de
las
menos
numerosas,
luego
glosó
la
figura
del
Tribunal
Supremo
como
eje
de
nuestro
Derecho.
Por
segundo
año
consecutivo
los
periodistas
tuvimos
acceso
a
este
Salón
de
Actos
del
Tribunal
Supremo
donde
fuimos
saludando
a
muchos
de
los
operadores
jurídicos
que
allí
acudieron.
Una
buena
forma
de
abrir
el
fuego
en
un
año
que
estará
marcado
por
las
elecciones
del
27S
catalanas
y
las
generales
de
diciembre.
Muchas
caras
y
personalidades
que
se
acercaron
para
este
tradicional
acto.
Tras
el
discurso
de
doña
Consuelo
Madrigal,
FGE,
intervino
el
propio
anfitrión,
Carlos
Lesmes,
presidente
del
TS y
del
CGPJ
para
señalar
que
el
único
criterio
rector
que
siguen
los
jueces
españoles
es
“el
que
la
propia
Ley
establece”
y
recordó
que
la
independencia
judicial
“no
es
un
privilegio
del
juez,
sino
una
garantía
para
el
ciudadano”.
El
presidente
del
Poder
Judicial
dijo
también
que
los
jueces
están
obligados
a
garantizar
que
la
Ley
sea
respetada
y
que
esta
premisa
constituye
“una
condición
existencial
de
la
propia
democracia”.
En
otro
momento
subrayó
que
“al
margen
de
la
Ley
no
hay
libertad,
no
hay
democracia,
solo
espejismos
y,
en
definitiva,
frustración.
Desde
esta
perspectiva,
la
ruptura
unilateral
de
unos
valores
de
convivencia,
fraguados
por
todos
desde
el
consenso,
supone
traspasar
los
límites
de
la
honestidad
democrática,
consustancial
al
Estado
de
Derecho”,
ha
señalado
Lesmes,
que
ha
añadido
que
“la
idea
de
que
la
Ley
solo
desde
la
Ley
se
cambia
es
un
legado
de
nuestra
historia
reciente
que
conviene
no
olvidar”.
En
su
discurso,
pronunciado
en
el
Salón
de
Plenos
del
Supremo,
el
presidente
del
alto
tribunal
afirmó
asimismo
que
la
defensa
de
la
Ley
“exige
también
respuestas
responsables
frente
al
drama
de
los
refugiados
y de
la
inmigración,
eficiencia
en
la
lucha
contra
la
violencia
de
género
y en
la
protección
de
la
infancia
y,
en
general,
una
extraordinaria
firmeza
frente
a
una
criminalidad
que
no
conoce
fronteras
y
que
trunca
la
vida
y la
esperanza
de
miles
de
personas”.
Invertir
en
Justicia
es
invertir
en
calidad
democrática
Carlos
Lesmes
recordó
la
dura
realidad
de
nuestra
justicia
que,
con
una
media
de
185
asuntos
por
cada
mil
habitantes,
la
tasa
de
litigiosidad
en
España
sigue
siendo
la
más
alta
de
la
Unión
Europea,
y ha
añadido
que
muchos
órganos
judiciales
soportan
cargas
excesivas
de
trabajo.
Pese
a
ello,
y a
que
el
número
de
jueces
por
habitante
sigue
estando
por
debajo
de
la
media
europea,
los
Juzgados
y
Tribunales
españoles
resuelven
cada
año
más
asuntos
de
los
que
ingresan
y lo
hacen,
además,
en
menos
tiempo,
motivo
por
el
que
el
presidente
del
TS y
del
CGPJ
ha
expresado
su
reconocimiento
“a
ese
formidable
capital
humano,
integrado
ya
por
más
mujeres
que
hombres,
que
asume
con
profesionalidad
y
entusiasmo
la
alta
misión
que
tiene
encomendada”.
Las
mejoras
experimentadas
por
la
Carrera
Judicial
en
los
últimos
años,
dijo
Lesmes,
demuestran
que
“comprometer
recursos
en
materia
de
Justicia
no
debe
contemplarse
únicamente
en
clave
de
gasto,
pues
por
encima
de
todo
comporta
una
necesaria
inversión
en
bienestar
jurídico
y en
calidad
democrática”.
La
parte
central
del
discurso
estuvo
dedicada
a
las
señas
de
identidad
del
Tribunal
Supremo
del
siglo
XXI
y a
enfatizar
el
cometido
de
este
órgano
judicial
como
máxima
garantía
de
la
Ley
en
su
triple
dimensión
de
unificar
la
interpretación
del
ordenamiento
jurídico,
impulsar
su
evolución
y
proteger
la
Constitución.
Lesmes
comentó
que
el
Supremo
debe
preservar
el
prestigio
alcanzado
a lo
largo
de
los
años
mediante
una
jurisprudencia
coherente
que
atienda
a
los
anhelos
de
los
ciudadanos
“huyendo
de
populismos
contrarios
a
nuestra
esencia,
como
aquellos
que
ponen
en
solfa
los
mandatos
del
legislador
o
las
sentencias
de
los
tribunales,
subordinando
la
obediencia
constitucionalmente
debida
a lo
que,
en
cada
coyuntura,
se
estime
como
justo
o
injusto”.
En
este
sentido,
el
presidente
del
TS y
del
CGPJ
destacó
la
importancia
que,
para
alcanzar
esa
interpretación
uniforme
del
Derecho,
cobra
el
recurso
de
casación
después
de
las
recientes
reformas
legislativas,
especialmente
en
los
órdenes
civil,
contencioso-administrativo
y
social.
La
admisión
o no
a
trámite
de
un
recurso
a
través
de
criterios
fundamentados
en
la
existencia
o
ausencia
de
interés
casacional,
ha
dicho
Lesmes,
“reforzará,
sin
duda,
esa
labor
vital
para
el
cumplimiento
de
la
misión
de
unificación
del
ordenamiento
jurídicos
que
corresponde
al
Supremo
sin
merma
del
derecho
de
acceso
a
los
recursos”.
Por
último,
el
presidente
del
Poder
Judicial
ha
abogado
por
“cultivar
la
confianza
del
ciudadano”
mediante
la
transparencia
y el
rigor
en
la
difusión
de
información,
de
modo
que
la
sociedad
comprenda
“por
qué
han
prosperado
unos
argumentos
frente
a
otros,
por
qué
tras
litigar
durante
años
ese
ciudadano
se
encuentra
con
dificultades
para
ejecutar
una
sentencia
que
le
resulta
favorable
o,
en
fin,
por
qué,
pese
a
todas
sus
dudas
y
suspicacias
legítimas,
debe
seguir
confiando
en
los
tribunales. |