Vivimos tiempos en que los cambios se suceden a velocidades vertiginosas. La
comunicación se vuelve instantánea y global, fundamentalmente gracias a las TIC
(Tecnologías de la Información y la Comunicación, tradicionalmente conocidas
como nuevas tecnologías), pero no solo en cuanto a su vertiente tecnológica
meramente formal, que permite la transmisión a millones de personas en un
espacio de tiempo pequeño, sino también, y de un modo muy especial, por una
cuestión de fondo y de concepto, a través de las redes sociales. Ejemplo claro
de ello puede verse en el desenvolvimiento y resultados de la pasada campaña
electoral, donde los moldes clásicos de campaña, constituidos por espacios
gratuitos, mítines, noticias o jornada de reflexión, han quedado francamente
superados por la eclosión de las redes sociales que, paradójicamente, ha traído
consigo una vuelta al conocimiento de las personas de los candidatos más allá de
las siglas que tal vez haya sido clave en los resultados.
En el mundo en el que nos movemos parece existir una cierta desconfianza hacia
esta forma de comunicación. Y no voy a negar que muchos compañeros te miran como
si acabaras de aterrizar de un platillo volante si les hablas de eso. Es cierto
que la mayoría de nosotros no somos nativos digitales, y hemos de manejarnos
entre los problemas de los migrantes o adaptados digitales y aquellos que
ignoran este mundo o están abiertamente en contra del mismo, aunque ni siquiera
lo conozcan. Pero una necesaria modernización de nuestras instituciones no puede
pasar por ignorar uno de los medios más importantes de intercambio de
comunicación y opinión y además, sería un error hacerlo. Deberíamos hacer una
apuesta firme por incorporar estos medios a nuestro mundo que, bien utilizados,
pueden constituir una herramienta con un enorme potencial. De modo especial,
puede ayudar a lograr la necesaria visibilidad de cuerpos como el Ministerio
Fiscal o los Secretarios Judiciales y dar una visión diferente de la Judicatura
y también de las asociaciones, que necesitan transmitir su mensaje y hacerse
presentes hoy más que nunca.
Poco a poco, el mundo de las redes sociales y su poder de transmisión va
abriéndose camino en todos los campos, pero hay que reconocer que en un ámbito
tan anquilosado para muchas cosas como el judicial, llevamos un considerable
retraso. A muchos, su solo mención parece causarles sarpullidos y, aunque algo
se avanza, parecemos andar en diligencia mientras el mundo se mueve en un cohete
espacial. Así, y aunque es cierto que desde hace mucho tiempo tanto el Consejo
General del Poder Judicial como los diferentes Tribunales de Justicia tienen sus
propias cuentas de twitter desde las que proporcionan la información de
interés, sin embargo, en la carrera fiscal hace muy poco que se ha creado la
cuenta del Consejo Fiscal, que todavía no parece haberse consolidado del todo. A
este respecto, es preciso admitir que la autonomía presupuestaria y el mayor
nivel de organización del Consejo General del Poder Judicial y la existencia de
gabinetes de comunicación de los Tribunales de Justicia facilitan enormemente el
trabajo a la carrera judicial, pero no podemos dejar de reconocer que tampoco ha
existido demasiado interés para acometer esta vía de modernización. Pero quizás
habría que plantearse que ha llegado el momento de dar el salto. Aunque dé algo
de vértigo y no sepamos qué tipo de red habrá debajo. La cuenta de twitter
de la Policía, con un estilo fresco y totalmente rompedor, ha sido un claro
ejemplo de las enormes posibilidades que tiene este medio, dando visibilidad a
la institución y habiendo sido merecedora de reconocimientos a nivel nacional e
internacional. Aunque nuestra actuación no se adapte este modelo, es un claro
ejemplo de cómo una institución “seria” puede modernizarse sin desdoro de su
prestigio.
Por otra parte, y más allá de las cuentas o perfiles en redes de carácter
oficial, florecen por doquier foros extraoficiales que permiten a sus
integrantes relacionarse y compartir información de un modo que no se debería
desperdiciar. Un precedente de ello lo constituyó el correo corporativo de
jueces y magistrados, a través del cual se comunicaban y compartían información
e inquietudes por partes iguales con la seguridad de su carácter restringido
únicamente a miembros del poder judicial. No obstante, y aunque sigue
funcionando, es un modelo a superar dado, entre otras cosas, su configuración
poco intuitiva anclada en el esquema del correo electrónico tradicional.
Paralelamente a éste, han surgido a través de redes sociales –facebook,
fundamentalmente- grupos cerrados que constituyen una vía de contacto entre
compañeros que en otra épocas no era posible. Son foros que pueden constituir
una plataforma útil de intercambio de información, y es una lástima que las
prevenciones que en ocasiones ha supuesto el uso y la participación en él no
hayan permitido aprovechar las ventajas que puede reportar.
Pero tal vez donde las posibilidades de aprovechar esta vía son más amplias, sea
a nivel asociativo. Las asociaciones profesionales, a día de hoy, no deberían
quedarse ancladas en el modelo de comunicados unidireccionales transmitidos por
correo electrónico a los asociados sin posibilidad de interacción. El abanico de
posibilidades es enorme y las asociaciones no deberían permitirse el lujo de
perder este tren, máxime en un tiempo donde la carencia de subvenciones impide
otras posibilidades de acción. Y así, si bien es cierto que hay varias cuentas
asociativas con un elevado número de seguidores y que todas cuentan con su
propia página web -más o menos elaborada, y más o menos intuitiva-, también es
verdad que habría que usar las opciones de interactuación entre las mismas, de
modo que se utilizaran como vasos comunicantes en lugar de hacerlo como
compartimentos estancos.
Por otro lado, determinadas plataformas han conseguido logros muy meritorios a
través exclusivamente de las redes sociales. Sirva como ejemplo el de la llamada
Brigada Tuitera (·#T) que, utilizando lo que han dado en denomina “inteligencia
del enjambre” han conseguido poner en marcha todo un movimiento a partir de una
mínima o inexistente inversión. Carentes de ningún tipo de organización formal,
se constituyen en diversos grupos de whatsapp descentralizados que
comparten iniciativas para llevar a cabo a través de twitter, acordando
un día y hora para enviar mensajes a través de twitter bajo el paraguas
de un hagstag, y apoyando y redireccionando en su propio blog y los de
algunos de sus miembros. Por esta vía han conseguido llegar a ser trending
topic y de ahí han dado el salto a los medios de comunicación digitales y
analógicos, dando a su lucha contra las tasas judiciales y la precariedad de
medios en justicia una enorme difusión que ha cristalizado en resultados
tangibles.
También desde otros ámbitos más cercanos al judicial se ha utilizado esta vía,
y así, hace poco, Jueces para la Democracia y RIS (Rights International Spain)
lanzaron una campaña bajo el hagstag #DíseloAEuropa, destinado a dar a
conocer a las instituciones europeas el carácter restrictivo de los derechos
fundamentales que entrañan varias de las reformas acometidas en nuestro país en
los últimos tiempos. La iniciativa tuvo también gran repercusión y de las redes
saltó directamente a los medios de comunicación convencionales con mucha más
fuerza que lo hubiera hecho un comunicado al modo tradicional.
Otra vía a explorar son los grupos destinados a información e intercambio de
opiniones jurídicas. En facebook existen varios de ellos que resultan
francamente útiles tanto para estar al día de doctrina y jurisprudencia como
para dar a conocer aquello que merece la pena dar a conocer, además de contener
enlaces útiles para descargarse leyes y jurisprudencia. A modo de ejemplo, puede
citarse el grupo de facebook denominado El Actualizador, gestionado por
un Magistrado de Primera Instancia de Madrid –Ramón Badiola- desde hace cinco
años, en el que se pueden descargar directamente todas las reformas y
actualizaciones legales directamente a dispositivo móvil de un modo realmente
eficaz y útil, además de intercambiar artículos de interés y otras informaciones
como enlaces a blogs y webs interesantes para nuestra labor. Este
grupo ya ha superado los 2800 miembros, entre los que se incluyen muchos
profesionales del Derecho entre los que se encuentran Jueces, Fiscales y
Secretarios Judiciales.
Y otro de los mundos en que vamos realmente a la cola es lo que ha venido en
llamarse la blogosfera. El mundo de los blogs es un universo por
explorar en que jueces, fiscales o secretarios judiciales nos estamos quedando
atrás. La blogosfera jurídica está poblada de blogs de despachos
de abogados, abogados individuales, profesores de universidad y juristas de
variada procedencia y ámbito que plasman sus conocimientos o sus inquietudes y
consituyen una ventana abierta al mundo. Algunos jueces y secretarios judiciales
se han incorporado también a ello, y también algunos fiscales -como yo misma-
aunque en un número tan escaso que se podría tildar de anecdótico. Uno de ellos
declaraba hace poco, ante las reticencias de muchos, que en Estados Unidos
varios de los miembros del Tribunal Supremos tenían su propio blog.
De todo lo dicho, se desprende la absoluta necesidad -o, al menos, la
conveniencia- de modernización tanto en el ámbito de las respectivas carreras
como en el puramente asociativo. Y dicha modernización pasa sin duda alguna por
una apuesta por ingresar de un modo decidido en el mundo de las redes sociales
como instrumento de transmisión. También es preciso un cambio de concepto, un
cambio que, sin prescindir de las vías tradicionales, permita una difusión mayor
y una elaboración de un mensaje más atractivo no solo para nosotros sino para el
resto de las carreras y para el ciudadano.
Quizás ha llegado el día de que descartemos de una vez por todas la marcha en
diligencia y nos animemos a subir al cohete espacial. O, al menos, a un avión.
No creo que nos caigan los anillos, ni el escudo o las puñetas de las togas. |