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10 de JUNIO de 2015

Abogados y mediadores, ¿condenados a entenderse?

LAWYERPRESS

Por Mari Luz Villaroya. Mediadora. Alicante

 

Mari Luz Villaroya. Mediadora. AlicanteEs indudable que estamos en un mundo de constantes cambios: conceptos nuevos, diferentes modelos de familia, distintas formas de hacer negocios, incluso profesiones y profesionales inimaginables hace tan sólo unos años. Cambios que se producen a una velocidad de vértigo, sin casi darnos tiempo a asimilar.

La información se ha hecho más accesible para todos, ahora a un clic de ratón encontramos publicaciones sobre prácticamente cualquier  tema que nos interesa.

Lo viejo y lo nuevo conviven intentando adaptarse uno a otro, encajando como pueden. La percepción de los valores también parece haber sufrido modificaciones.

Valoramos en función de lo que cada uno consideramos más importante. Cada uno pone el valor en uno u otro aspecto según sus propios criterios y experiencias vitales. De este modo hoy en día un buen profesional no sólo es aquel que es técnicamente bueno, además debe tener "alma", ofrecer un algo más de lo que hasta ahora se venía ofreciendo.

La mediación es otra de esas novedades que, quizá no tan rápidamente como nos gustaría, se incorpora a nuestra sociedad. Y a los despachos de abogados.

Parto de la base que el abogado lo que busca es la satisfacción de su cliente. Cuando  éste acude a  él lo que espera es un trabajo bien hecho,  "que se haga justicia" y su problema quede resuelto de la mejor manera.  Se busca que, además sea eficaz, que resuelva bien. Lo que ocurre es que hablamos de personas y conceptos como: justicia, satisfacción y eficacia están teñidos de valores y vivencias propias e intransferibles que no pueden generalizarse a todos.

Pienso que los abogados que ofrecen mediación añaden valor a su despacho porque amplían el posible número de clientes a los que pueden llegar.

Acudimos a los juzgados cuando tenemos problemas o queremos arreglar situaciones. Es lo que se ha venido haciendo hasta ahora. No hay nada más contundente que una sentencia firme.

Y así, hay quien acude a un abogado con la pretensión de hacer sufrir al otro consiguiendo las condiciones más duras que la ley pueda contemplar, hay quien no entiende una victoria sin sentirse ganador sobre el otro, quien no tiene el mínimo interés por volver a relacionarse con la otra parte y necesita zanjar cuestiones legales rápidamente (entiéndase el "rápidamente" de manera relativa). En estos casos las normas jurídicas suelen encerrar la respuesta a todo ello.

Pero, ¿qué sucede con aquellos para los que justicia es hacer las cosas de otra manera, para los que escuchar una disculpa o un reconocimiento es lo que permitiría llevar una ruptura familiar o empresarial sin renunciar a tener que verse o hablarse?. ¿Qué sucede con aquellos que no se conforman con lo que "vale para todos"?. Reconozcamos que en este caso necesitamos ser creativos. Hay que reciclar el concepto de  satisfacción y ser capaces de ver la ganancia más allá de las cuestiones económicas.

No voy a caer en la ingenuidad de no reconocer que la vía contenciosa para resolver problemas es más rentable económicamente, que los despachos son empresas que deben ser viables porque también tienen que pagar facturas. Pero decía que los tiempos han cambiado y los clientes acceden a la  información más fácilmente.

Así que ¿por qué no ampliar también nuestras posibilidades de negocio?. La mediación supone una vía de resolver conflictos más rápida y económica para el cliente pero quedaría coja sin la labor del abogado. En el proceso de mediación se necesita velar por sus intereses jurídicos, necesitan asesoramiento, valorar la viabilidad de los acuerdos ante un proceso. Acuerdos que tendrán que ser aportados ante un juez. Toda esa labor de asesoramiento jurídico no la puede desempeñar un mediador.

Además, desde el punto de vista del cliente, su satisfacción es nuestra mejor publicidad. Cuando su problema ha sido resuelto de manera eficaz no duda en recomendarnos. Le hemos transmitido confianza y esto puntúa para considerar un servicio de eficaz. Una sentencia puede dar lugar al absurdo de no dejar resuelto un problema, de zanjar la parte legal pero no la emocional y si una sentencia no sirve para paliar el malestar, a quién va a satisfacer, quién va a tener interés por cumplirla, ¿uno solo?.

La vida después de un juzgado sigue para las partes. Ellas son las que tienen que convivir con la carga que implica una sentencia vacía de sentido para ellos. Quizás después de todo no sientan que haya merecido la pena ese calvario de tiempo y angustia por el que pasaron. Si es así considero que entonces nuestro trabajo pierde valor, a nadie nos gusta sentir que perdemos el tiempo cuando se sabe que hay otras alternativas.

Los clientes detectan cuándo su caso es tratado de manera especial y única. No nos hacemos más vulnerables por ofrecer la mediación como alternativa o complemento a la vía judicial. Nos hacemos más valiosos frente a nuestro cliente porque hemos sabido ir más allá de sus palabras y detectar que su sentido de justicia no se corresponde a lo escrito en códigos o en jurisprudencias. Les ofrecemos algo nuevo que les reporta tanta satisfacción como sorpresa. Piensa por un momento qué pensaría un cliente que ha luchado hasta la extenuación en los juzgados, ha perdido relaciones por el camino, ha aumentado su odio hacia la otra parte a la que necesariamente debe seguir viendo, si supiera que pudimos ofrecerle otra manera de resolver conflictos, de defender "su" interés de manera más completa y no lo hicimos. ¿Crees que volvería?. ¿Piensas que le seguirás pareciendo el mejor para "su" caso?. ¿Qué pasaría si es otro despacho el que ofrece la mediación dentro de sus servicios y les brinda esa posibilidad?. ¿Acaso no probarían?

Aunque defienda la mediación como algo valioso, la viva con pasión y entusiasmo también pienso que "hay vida más allá de la mediación". Casos que sólo podrán resolverse en un juzgado, situaciones en las que solamente un abogado tiene la capacidad de actuar, necesitamos su trabajo de defensa y asesoramiento. No todo se puede mediar.

Pero no olvides que la información hoy en día vuela. Que quizá otro ve la oportunidad de negocio donde otros ven enemigos. Y que el cliente, al final, es  el que manda porque se trata de "su" razón.

 

 

 

 
 
 

 

 
 
 
 
 
 
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