Es indudable que estamos en un mundo de constantes cambios: conceptos nuevos,
diferentes modelos de familia, distintas formas de hacer negocios, incluso
profesiones y profesionales inimaginables hace tan sólo unos años. Cambios
que se producen a una velocidad de vértigo, sin casi darnos tiempo a asimilar.
La información se ha hecho más accesible para todos, ahora a un clic de ratón
encontramos publicaciones sobre prácticamente cualquier tema que nos interesa.
Lo viejo y lo nuevo conviven intentando adaptarse uno a otro, encajando como
pueden. La percepción de los valores también parece haber sufrido
modificaciones.
Valoramos en función de lo que cada uno consideramos más importante. Cada uno
pone el valor en uno u otro aspecto según sus propios criterios y experiencias
vitales. De este modo hoy en día un buen profesional no sólo es aquel que es
técnicamente bueno, además debe tener "alma", ofrecer un algo más de lo que
hasta ahora se venía ofreciendo.
La mediación
es otra de esas novedades que, quizá no tan rápidamente como nos gustaría, se
incorpora a nuestra sociedad. Y a los despachos de abogados.
Parto de la base que el abogado lo que busca es la satisfacción de su
cliente. Cuando éste acude a él lo que espera es un trabajo bien hecho, "que
se haga justicia" y su problema quede resuelto de la mejor manera. Se busca
que, además sea eficaz, que resuelva bien. Lo que ocurre es que hablamos de
personas y conceptos como: justicia, satisfacción y eficacia están teñidos de
valores y vivencias propias e intransferibles que no pueden generalizarse a
todos.
Pienso que los abogados que ofrecen mediación añaden valor a su despacho
porque amplían el posible número de clientes a los que pueden llegar.
Acudimos a los juzgados cuando tenemos problemas o queremos arreglar
situaciones. Es lo que se ha venido haciendo hasta ahora. No hay nada más
contundente que una sentencia firme.
Y así, hay quien acude a un abogado con la pretensión de hacer sufrir al otro
consiguiendo las condiciones más duras que la ley pueda contemplar, hay quien no
entiende una victoria sin sentirse ganador sobre el otro, quien no tiene el
mínimo interés por volver a relacionarse con la otra parte y necesita zanjar
cuestiones legales rápidamente (entiéndase el "rápidamente" de manera relativa).
En estos casos las normas jurídicas suelen encerrar la respuesta a todo ello.
Pero, ¿qué sucede con aquellos para los que justicia es hacer las cosas de
otra manera, para los que escuchar una disculpa o un reconocimiento
es lo que permitiría llevar una ruptura familiar o empresarial sin renunciar a
tener que verse o hablarse?. ¿Qué sucede con aquellos que no se conforman con lo
que "vale para todos"?. Reconozcamos que en este caso necesitamos ser creativos.
Hay que reciclar el concepto de satisfacción y ser capaces de ver la ganancia
más allá de las cuestiones económicas.
No voy a caer en la ingenuidad de no reconocer que la vía contenciosa para
resolver problemas es más rentable económicamente, que los despachos son
empresas que deben ser viables porque también tienen que pagar facturas. Pero
decía que los tiempos han cambiado y los clientes acceden a la información más
fácilmente.
Así que ¿por qué no ampliar también nuestras posibilidades de negocio?. La
mediación supone una vía de resolver conflictos más rápida y económica para el
cliente pero quedaría coja sin la labor del abogado. En el proceso de mediación
se necesita velar por sus intereses jurídicos, necesitan asesoramiento, valorar
la viabilidad de los acuerdos ante un proceso. Acuerdos que tendrán que ser
aportados ante un juez. Toda esa labor de asesoramiento jurídico no la puede
desempeñar un mediador.
Además, desde el punto de vista del cliente, su satisfacción es nuestra mejor
publicidad. Cuando su problema ha sido resuelto de manera eficaz no duda en
recomendarnos. Le hemos transmitido confianza y esto puntúa para considerar un
servicio de eficaz. Una sentencia puede dar lugar al absurdo de no dejar
resuelto un problema, de zanjar la parte legal pero no la emocional y si una
sentencia no sirve para paliar el malestar, a quién va a satisfacer, quién va a
tener interés por cumplirla, ¿uno solo?.
La vida después de un juzgado sigue para las partes. Ellas son las que tienen
que convivir con la carga que implica una sentencia vacía de sentido para ellos.
Quizás después de todo no sientan que haya merecido la pena ese calvario de
tiempo y angustia por el que pasaron. Si es así considero que entonces nuestro
trabajo pierde valor, a nadie nos gusta sentir que perdemos el tiempo cuando se
sabe que hay otras alternativas.
Los clientes detectan cuándo su caso es tratado de manera especial y única.
No nos hacemos más vulnerables por ofrecer la mediación como alternativa o
complemento a la vía judicial. Nos hacemos más valiosos frente a nuestro cliente
porque hemos sabido ir más allá de sus palabras y detectar que su sentido de
justicia no se corresponde a lo escrito en códigos o en jurisprudencias. Les
ofrecemos algo nuevo que les reporta tanta satisfacción como sorpresa. Piensa
por un momento qué pensaría un cliente que ha luchado hasta la extenuación en
los juzgados, ha perdido relaciones por el camino, ha aumentado su odio hacia la
otra parte a la que necesariamente debe seguir viendo, si supiera que pudimos
ofrecerle otra manera de resolver conflictos, de defender "su" interés de manera
más completa y no lo hicimos. ¿Crees que volvería?. ¿Piensas que le seguirás
pareciendo el mejor para "su" caso?. ¿Qué pasaría si es otro despacho el que
ofrece la mediación dentro de sus servicios y les brinda esa posibilidad?.
¿Acaso no probarían?
Aunque defienda la mediación como algo valioso, la viva con pasión y entusiasmo
también pienso que "hay vida más allá de la mediación". Casos que sólo
podrán resolverse en un juzgado, situaciones en las que solamente un abogado
tiene la capacidad de actuar, necesitamos su trabajo de defensa y asesoramiento.
No todo se puede mediar.
Pero no olvides que la información hoy en día vuela. Que quizá otro ve la
oportunidad de negocio donde otros ven enemigos. Y que el cliente, al final, es
el que manda porque se trata de "su" razón. |