@LP_Hans
La
frase
del
título
puede
ser
una
interrogación
o el
titulo
de
un
manual.
Yo
lo
había
enfocado
en
el
segundo
sentido,
pero
sin
ánimos
de
sentar
cátedra
ni
pedir
que
sea
el
único
sistema,
aunque
yo
crea
que
sí.
Estamos
ya
casi
hartos
de
oír
de
implantación
de
despachos
“low cost”
que
atraen
a
los
clientes
por
sus
bajos
precios.
Yo
también
estoy
saturado
con
estas
noticias,
y el
95%
de
los
abogados
españoles
me
imagino
que
también,
porque
ya
son
“low
cost”
al
cobrar
apenas
lo
suficiente
como
para
vivir
dignamente.
Sin
embargo
creo
sinceramente
que
cobrar
poco
por
sus
servicios
NO
tenga
mucho
que
ver
con
“low
cost”
aunque
muchas
de
las
estructuras
de
los
abogados
individuales
o
pequeños
despachos
sean
mínimas,
compartan
despachos
con
otros,
etc.
Los
abogados
de
provincias,
donde
los
alquileres
y
los
tiempos
y
los
costes
de
desplazamiento
sean
más
bajos
que
en
las
grandes
ciudades
serían
aún
más
“low
cost”.
Con
eso
doy
por
contestado
la
parte
retórica
del
título.
En
España
sabemos
montar
despachos
“low
cost”.
Y si
ahora
vamos
a
por
lo
enunciado
al
principio…
“Low
cost”
significa
de
bajo
coste,
¿pero
más
bajo
respecto
a
qué?
Los
costes
en
un
despacho
son
determinantes
a la
hora
de
fijar
precio,
igual
que
es
el
valor
que
creamos
para
el
cliente.
Suponemos
que
los
despachos
de
tamaño
medio
tienen
la
misma
excelencia
en
el
talento
de
sus
abogados
que
el
resto
de
sus
competidores.
¿Como
pueden
diferenciarse
en
éste
mundo
legal
cada
vez
más
competitivos?
Bajamos
los
precios…
y
nos
hacemos
“low
cost”.
Creo
que
ya
lo
mencioné
en
un
anterior
post,
que
eso
me
parecía
altamente
temerario
y el
mejor
camino
hacia
el
concurso
de
acreedores.
Bajar
los
precios
y
hacerse
“low
cost”
significa
entrar
en
una
espiral
muy
peligrosa
donde
cubrir
los
gastos,
es
decir
cubrir
los
costes
de
funcionamiento
se
haga
imposible.
Bajar
los
precios
a la
brava,
no
puede
ser
una
receta.
Aquí
es
donde
viene
a
cuenta
la
certificación,
que
no
es
nada
menos
que
el
establecimiento
de
un
buen
gobierno
de
una
empresa,
la
definición
y
evaluación
de
sus
procesos
de
funcionamiento,
la
descripción
de
los
puestos
de
trabajo
y de
los
servicios
prestados
a
los
clientes.
Con
ésta
evaluación
disponemos
de
un
mapa
de
cómo
funciona
nuestro
despacho,
que
nos
cuesta
imprimir
un
procedimiento
en
nuestra
impresora/fotocopiadora,
cuanto
gastamos
en
luz,
agua,
teléfono,
toner,
etc…
y
quien
lo
gasta.
Pero
lo
más
importante
son
los
procesos
y
las
personas
que
los
ejecutan.
Claro
está
que
son
mucho
más
importantes
las
personas
que
los
procesos,
aunque
en
nuestra
sociedad
tan
rápida
y
calculadora
lo
hayamos
olvidado.
Pues
bien
la
certificación
de
calidad
nos
arrojará
un
mapa
completo
de
nuestro
despacho.
Sabremos
cuantificar
muchísimos
detalles
que
se
nos
habían
escapado
hasta
ahora.
Y
esa
es
la
base
de
montar
un
despacho
“low
cost”.
-
Asignar los procesos del mapa a los diferentes miembros del equipo, según su valor en la cadena y según la cualificación de los empleados o abogados.
-
Detectar todos aquellos procesos que se puede automatizar y encargárselo a la tecnología pertinente.
-
Comparar los costes operativos con otros emplazamientos y proveedores
-
Asignar las tareas de más valor a los elementos más caros en el despacho (socios, associates) y dejar los de menor valor a los junior.
-
Establecer grupos de trabajo que se reparten el trabajo según los puntos anteriores.
-
Hacer un exhaustivo seguimiento de los procesos y de los costes, para poder adaptarlos y reducir aún más los costes superfluos (= mejora continua).
Con
estas
premisas
si
se
puede
crear
un
despacho
“low
cost”
con
cierta
garantía
de
no
arruinarse
a
los
tres
meses.
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