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ENTREVISTAS

 
Adela Asua, vicepresidenta del Tribunal Constitucional:
“Los partidos políticos tienen que convencerse de que es justo y enriquecedor que exista la paridad en nuestra Institución”
MADRID, 30 de OCTUBRE de 2014 - LAWYERPRESS / @LuisjaSanchez / fotos Archivo TC/A de A
 

Adela Asua, vicepresidenta del Tribunal Constitucional“Que los partidos políticos que hablan tanto de igualdad en campaña electoral cumplan y sean consecuentes con las leyes que aprueban y con los derechos fundamentales. Pero para eso tienen que estar convencidos de que es bueno, enriquecedor y justo que haya el mismo número de mujeres que de hombres en este Tribunal,” son declaraciones de Adela Asua, vicepresidenta del Tribunal Constitucional y una de las ponentes de la II Cumbre de Mujeres Juristas, http://goo.gl/pxSvcG, que tuvo lugar el pasado fin de semana en el ICAM. Para esta jurista, “en una democracia como la nuestra es anómalo que un 50 por ciento de la población, como somos las mujeres, no lleguen a esos cargos de responsabilidad.  Y es que las oportunidades están mal repartidas”, advierte. A lo largo de esta entrevista en profundidad analizamos con ella las posibles claves existentes en el fomento de la igualdad de género en nuestro país y especialmente en la carrera judicial donde la presencia de mujeres en Tribunales Superiores de Justicia, Supremo y Tribunal Constitucional es simbólica. Desde su punto de vista, “las cuotas que aseguran la presencia de mujeres en puestos de alta responsabilidad son ortopedias necesarias, pero siempre con carácter temporal. Corrigen inercias que son inconscientes y que responden al peso de una tradición de la que queremos separarnos,” subraya.

En primera persona

“De esta II Cumbre de Mujeres Juristas en la que estuve como ponente en la mañana del pasado sábado tengo que destacar que una de las cosas que más me llamó la atención fue la notable participación de excelentes mujeres profesionales en todos los niveles del Derecho.

Muchas de ellas desarrollan tareas de responsabilidad en diferentes entidades y su grado de competencia es extraordinario. En este siglo XXI, la situación ha cambiado mucho y la mujer tiene su lugar al lado del hombre en puestos directivos.

Sin embargo todas las participantes de este evento percibimos que en este camino hacia la equidad, en la participación de las personas en el mundo público y en su responsabilidad, queda bastante por recorrer.

En instituciones como el Consejo de Estado y el Tribunal Constitucional hay un número notable de mujeres letradas, casi a la par que los hombres, pero a nivel de consejeros y de magistradas es escaso. En el Tribunal Constitucional somos dos mujeres, quien suscribe estas palabras y Encarnación Roca, antes magistrada de lo Civil del Tribunal Supremo.

Las estadísticas dejan claro cuál es la situación; la presencia de las mujeres a nivel de puestos de más responsabilidad en el ámbito jurídico, como ocurre también en otros órdenes de la vida, es escasa. Este es un proceso lento aún en nuestra sociedad.

En los altos Tribunales, como el Supremo o el Constitucional, que no exista esa paridad entre hombres y mujeres es una falta de normalidad y quizás falta de déficit democrático, como así quedó expresado en el Manifiesto leído al final de la Cumbre de Mujeres Juristas”.

 

Sra. Asua ¿Qué avances se han logrado a nivel de igualdad de género en nuestro país?

Nadie duda de que se ha avanzado mucho, pero en el siglo XXI aún más de la mitad de la población que es mujer no está convenientemente representada a nivel de puestos de responsabilidad, tanto en la empresa pública como en la privada. Es el momento de corregir esta disfunción.

 

En esa línea, ¿por qué lado se decanta, fomento de políticas sociales o instaurar cuotas de participación de las propias mujeres en esos órganos de dirección?

Como ya comenté en mi intervención en la Cumbre de Mujeres Juristas, las cuotas son ortopedias necesarias pero siempre con carácter temporal. Corrigen inercias que son inconscientes y que responden al peso de una tradición de la que queremos separarnos.

 

Y de las políticas sociales…

Yo hablaría más de políticas de igualdad, aunque hay que darse cuenta de que las leyes no pueden cambiar la situación de un día para otro. Instituciones estructuradas con mucha tradición requieren más tiempo para el cambio y, sobre todo, necesitan tomar conciencia.

En este contexto, es fundamental saber por qué determinadas situaciones no fomentan la equidad desde un diagnóstico crítico que nos ayude a ver este panorama.

 

Es el caso, por lo que veo del Tribunal Constitucional del que usted es magistrada y vicepresidenta.

Es un Tribunal singular. En él hay magistrados propuestos por las Comunidades Autónomas y nombrados por el Senado; otros son nombrados por el Congreso y el resto por el Gobierno y por el Consejo General del Poder Judicial. Por la labor que realiza, el Tribunal Constitucional debería tener una vocación de diversidad también en lo que respecta al género.

 

¿Se notó en su día que este Alto Tribunal tuviera una mujer presidenta?

No creo que la institución cambiara mucho por el hecho de ser María Emilia Casas presidenta del Tribunal Constitucional. La propia figura del presidente de este órgano no genera tanta impronta porque se trata de un órgano colegiado.

Es posible que su proyección como excelente laboralista y mujer se viera en algunas sentencias de Derecho Laboral a nivel general; en temas de pensión de viudedad o parejas de hecho, amén de algunas relacionadas con la igualdad.

 

¿Qué hace falta en el Tribunal Constitucional para que exista la paridad entre hombres y mujeres a nivel de magistrados?

Que los partidos políticos, que hablan tanto de igualdad en campaña electoral, cumplan y sean consecuentes con las leyes que aprueban y con los derechos fundamentales. Pero para eso tienen que estar convencidos de que es bueno, enriquecedor y justo que haya el mismo número de mujeres que de hombres en la entidad.

En una democracia como la nuestra es anómalo que un 50 por ciento de la población, como somos las mujeres, no lleguen a esos cargos de responsabilidad.  Y es que las oportunidades están mal repartidas.

 

¿Hay una forma de ver especial por parte de la mujer jurista de problemas actuales como el paro, los desahucios o las protestas de los preferentistas?

Yo no haría esa diferenciación que usted introduce en su pregunta.  Al final creo que hay tanto hombres como mujeres sensibles a los problemas económicos y a la situación actual. También puede depender mucho de su origen, de su procedencia, y de si han vivido en su seno familiar más cercano situaciones parecidas a las que comenta.

Sería bueno poder contar con un estudio sociológico que citara si la diversidad que hay en los licenciados y licenciadas de Derecho se proyecta luego en los órganos de decisión.

 

También en la citada cumbre se comentó que puede haber mujeres que bloqueen a otras a nivel de su carrera profesional…

Es algo que puede pasar sea cual sea el género. No todos somos maravillosos y equitativos. En esto somos iguales hombres y mujeres.

 

La mujer jurista tiene una presencia más que notable en todas las profesiones de esta actividad pero le falta ubicarse y representatitividad en los cargos más importantes.

Es el llamado techo de cristal del que hablan los expertos. En el sector legal, la incorporación de la mujer fue tardía, lo que ha repercutido en el acceso a puestos de mayor responsabilidad.

Es posible que, cuando estudian una carrera, muchas mujeres no tengan como meta el poder alcanzar un puesto de dirección de forma tan innata como el hombre. Quizás la razón esté en que no hemos sido educadas para formar parte de una élite dirigente.

La situación está cambiando pero necesita su tiempo. Muchos hombres pueden tener vocación como dirigentes, y eso puede tener que ver con los roles asociados. Ahora las mujeres están tratando de compatibilizar la tradicional asunción de su función como madres con su profesión.

Todavía nos falta asimilar la idea de que las mujeres pueden querer ser dirigentes, líderes. No digo que no las haya, sino que se tiene que generalizar el fenómeno. Ambicioso es un término que pone en valor al hombre; sin embargo, relacionado con la mujer, parece despectivo.

 

¿Es necesario hacer algún cambio estructural en el modelo de nombramientos de altos cargos del CGPJ para que haya más mujeres en Supremo, TSJ y Constitucional?

No es tanto cambiar el procedimiento como tomar conciencia de la importancia de la paridad y de la equidad.

Los representantes de los partidos políticos que aprobaron hace siete años la Ley de Igualdad tendrían que ser consecuentes y, cuando proponen algún nombramiento, tener también en cuenta a las candidatas mujeres.

 

Da la sensación que la carrera judicial es un microcosmos dentro de otro más grande con más carencias que nuestra sociedad.

Es cierto, tiene algunas normas específicas. La recién creada Comisión de Igualdad del CGPJ tiene el importante papel de facilitar la conciliación para nuestros jueces y juezas.

Este tipo de Comisiones logran avances cuando trabajan de forma paralela tanto con los hombres como con las mujeres. Un mundo en equidad requiere que hombres y mujeres, sea cual sea la actividad laboral a la que se dediquen, tengan la posibilidad de conciliar la vida laboral con la profesional. Cabe esperar también que ese tiempo dedicado a la familia o a terceros (padres ancianos o enfermos, por ejemplo) no sea un demérito para la promoción profesional.

 

Sin embargo conciliar en la carrera judicial ahora mismo, con el atasco que hay en los juzgados no parece muy sencillo.

Más que complicado, es cuestión del rango de los problemas. El problema de sobrecarga está asociado a un problema de plantilla judicial. Es evidente que ahora no parece muy prioritario y, de hecho, la crisis ha generado recortes en muchos sitios y actividades.

En el momento en que se diga que la demografía es prioritaria, quizás cambie la situación. Los problemas siempre hay que verlos en su contexto y, a continuación, establecer una jerarquías para buscar las soluciones.

El problema de la conciliación y de favorecer la natalidad es de primera magnitud en España. La entrada de la mujer en el mundo laboral permite ver estos problemas y ayuda a buscar una solución integral.

 

Muchas mujeres denuncian que no compensa sacrificar su vida profesional por un trabajo donde ascender requiere muchos sacrificios.

La mujer siempre reclama una forma de trabajo más equilibrada que el hombre. Éste parece dispuesto a cualquier cosa, incluso a dar su vida por el trabajo. Al final se ve que no merece la pena llegar incluso a poner en peligro la salud.

Este cambio de paradigma a nivel laboral ya se observa en empresas muy punteras. Se busca gente más equilibrada, lo que hace que se cuestione el funcionamiento tradicional de las empresas.

 

¿El ejemplo del Plan de Igualdad implantado en el Tribunal de Cuentas se puede trasladar a la carrera judicial y fiscal?

No creo que existieran problemas añadidos para adaptar este tipo de planes a los propios jueces y magistrados. De todas formas, el principal problema respecto a la presencia de mujeres está en los altos tribunales.

Puede parecer, aunque es algo inconsciente, que la autoridad está mejor representada con traje de hombre que de mujer, lo cual no deja de ser un gran error. Eso hace que el cambio progresivo no sea sencillo porque en las decisiones sobre los nombramientos sigue pesando la tradición.

 

Hablando de Igualdad, ¿la Ley de Igualdad aprobada hace siete años ha valido realmente para algo en nuestro país?

La Ley generó avances en su momento, pero no se puede esperar que solo las leyes cambien la situación de un país en lo que a paridad se refiere.

De hecho, los propios partidos políticos hicieron crecer la presencia de mujeres en el Congreso y el Senado; en todas las listas electorales encontramos ese 50 por ciento de presencia femenina. Ahora se ve con naturalidad a alcaldesas y diputadas, pero las mujeres siguen siendo pocas, por ejemplo, en los consejos de administración.

 

 

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