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Justicia Restaurativa y neurociencia: dos posibles herramientas para la reinserción
MADRID, 01 de SEPTIEMBRE de 2014 - LAWYERPRESS

Por Virginia Domingo, Coordinadora del Servicio de mediación penal de Castilla y León y Presidenta de la Sociedad Científica de Justicia Restaurativa

Virginia Domingo, Coordinadora del Servicio de mediación penal de Castilla y LeónTras oír hace unas semanas como un psicólogo conocido hablaba de que ciertos infractores  deberían valorar el suicidio como una posible salida ética me surgieron multitud de interrogantes.

Efectivamente existen delincuentes con una personalidad que hace muy difícil su pronóstico favorable de reinserción. Ojalá viviéramos en un mundo ideal, en los que los “buenos ganan”, los “malos tienen su merecido” pero además después de ser castigados se arrepienten, salen de prisión y no vuelven a delinquir.

Vivimos en un mundo imperfecto, los seres humanos no actuamos de forma racional, generalmente nuestras acciones son mezcla de emociones, intuición y lógica. El aspecto emocional es esencial y no se puede olvidar, esto es lo que nos lleva a encontrarnos con situaciones “imperfectas”,  al menos teóricamente, como los infractores  psicópatas.

Hasta ahora tenemos claro que estos delincuentes carecen de valores restaurativos esenciales, uno de ellos la empatía, es decir la capacidad para entender y comprender a los seres vivos que nos rodean. Pero la Justicia Restaurativa y sus procesos como la mediación penal o conferencias  tienen mucho que decir en estos casos.

Todas las teorías acerca de la justicia deben ir desarrollándose poco a poco, en el caso de la Justicia Restaurativa, esta evolución debería cimentarse en el cambio de dos paradigmas:

1-      desde el punto de vista jurídico y  como afirma Howard Zehr, el cambio es dejar de centrarnos en el binomio delito- pena y basarnos en el de daño-reparación

2-      pero también sería bueno tal y como decía Thomas Kuhn basarnos en un paradigma psicológico-filosófico y en lugar de obligar a la gente a comportarse de manera adecuada ante la amenaza del castigo, se debería alentar el desarrollo de la empatía

Siguiendo a Thomas Kuhn, y aplicando todo esto a la Justicia Restaurativa, si tratamos de generar empatía en las partes, los beneficios son importantes, por un lado se puede conseguir que el infractor aprenda que no debe delinquir pero no por el temor a recibir un castigo sino porque ha comprendido que con esta actitud está dañando a una persona, a un ser humano.

En estos infractores la Justicia tradicional falla, pero también de forma teórica fallaría la Restaurativa porque el psicópata generalmente no tiene miedo al castigo y además tiene una incapacidad de sentir empatía, de sentir el dolor ajeno.

No obstante, los procesos restaurativos como herramientas o métodos para abordar cómo hacer las cosas bien tras el delito son en sí mismos, procedimientos que crean y favorecen el crecimiento de los valores restaurativos (como respeto, responsabilidad, empatía e interrelación) en el  infractor, en la víctima y en la comunidad. Son procesos que ayudan a encontrar la humanidad “perdida” u “olvidada”. Se ha demostrado que muchos infractores que hasta ese momento no demostraban ninguna clase de sentimientos hacia las víctimas, por el hecho de encontrarse cara a cara con ellas,  algo cambia en sus cerebros comenzando un proceso transformador.

Estos procedimientos pueden generar en muchos delincuentes, un punto de inflexión para que tras hacer lo correcto y asumir su responsabilidad, decidan aprovechar la oportunidad para quitarse el “peso del estigma de ser delincuente”. Recuperaran su humanidad porque la sociedad les va a mirar por lo bueno que hagan desde ese momento en adelante. Supone para ellos, una ventana hacia el futuro.

Además las víctimas y la comunidad también recuperan su sentimiento de cierta seguridad y de confianza en la gente que les rodea. Aprenderán a comprender que aunque viven en un mundo imperfecto, no todas las personas son malas o criminales, de esta forma también se reencontraran con su “humanidad” pérdida.

Por supuesto que este punto de inflexión es realmente complicado que se pueda dar en ciertos infractores, que carecen precisamente de los valores morales y éticos necesarios para reencontrarse con su humanidad y es complicado además que surja en ellos la empatía, este valor restaurativo esencial. Sin embargo,  vivimos en una sociedad en continua evolución, aunque nosotros nos seguimos anclando en el pasado. Mantenemos, a pesar de los avances que el ser humano no puede cambiar, como dice Daniel Reisel ¿si nosotros damos por perdidos a los psicópatas?, ¿qué motivo tendrían ellos para querer cambiar?

Daniel Reisel estudia el cerebro de los psicópatas y se hace una pregunta: en lugar de almacenar estos psicópatas ¿no deberíamos usar nuestros conocimientos sobre el cerebro para ayudar a su rehabilitación?

Si en el cerebro se pueden crear nuevas conexiones neuronales después de una lesión… ¿podríamos ayudar a los psicópatas a que el cerebro vuelva a crear moral? Parece que nuestra habilidad para socializar, para conocer y comprender acerca de lo bueno y lo malo se desarrolla en nuestros primeros años de vida. La base de nuestro comportamiento moral es innata. Y sin embargo, si no lo desarrollamos correctamente en nuestra infancia, tendremos una carencia muy difícil de suplir pero no imposible.

En nuestro cerebro podemos encontrar la amígdala la cual está íntimamente relacionada con la empatía, cuanto más activa es, más empática es la persona.

Los estudios han demostrado que precisamente esta amígdala es deficiente en el cerebro de los psicópatas. A esto también se une el hecho de que muchos de estos delincuentes fueron víctimas y tuvieron una infancia traumática, lo que probablemente hizo que no pudieran desarrollar esta parte del  cerebro  de forma adecuada y  como se hace en la mayoría de los seres vivos, con esto perdieron una oportunidad de que se generara en ellos, los valores morales y sociales que en el común de la población surgen en los primeros años de nuestra vida.

Pero hay una esperanza y es que las neuronas, aunque complicado, pueden surgir en una edad adulta, la neurogénesis puede darse en los adultos.  Con esto no quiero decir que los psicópatas deban eludir la cárcel porque tienen una deficiencia en el cerebro, sin embargo, encerrarlos en la cárcel simplemente, no solo no ayuda a regenerar su cerebro sino que los hará más hostiles. En lugar de darlos por irrecuperables, la Justicia Restaurativa y sus procesos ofrecen una oportunidad de hacerlos responsables.

Se ha visto que en un encuentro cara a cara con la víctima, el cerebro del infractor reacciona y la amígdala (responsable de la empatía) responde a los estímulos porque quizá por primera vez, muchos de ellos verán a la víctima como un ser humano con emociones y sentimientos. Sería necesario la cooperación de ciencia y otras disciplinas para poder seguir investigando como reinsertar a estos psicópatas en la sociedad por ellos mismos, pero también por nosotros por las víctimas y potenciales futuras víctimas.

Para esto es necesario como dice Daniel Reisel cambiar nuestras propias amígdalas y ver que es posible que muchos puedan cambiar y en este proceso, sin duda, la Justicia Restaurativa es una herramienta eficaz por cuanto favorece precisamente el encuentro del infractor con su humanidad y de paso favorece la reparación y mejor atención de las víctimas.

 

 

 

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