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29 de FEBRERO de 2016

Juan Ramón Montero, Abogado, formador de la XII Edición del Curso de Arbitraje y Mediación que impulsa la Cátedra Universidad Rey Juan Carlos –CIMA:
“Es un acierto contar con una elite de árbitros de primera fila que formen a las futuras generaciones en expertos de arbitraje”

Luisja Sánchez / CanalCIMA

Esta XII Edición del Curso de Arbitraje y Mediación que se impulsa desde la Cátedra Rey Juan Carlos- CIMA, como fruto de la relación profesional de ambas instituciones tendrá el próximo lunes un invitado especial. Pocas personas como Juan Ramón Montero conocen lo que es el arbitraje institucional. El germen de lo que es hoy la Corte de Arbitraje del Colegio de Abogados de Madrid fue idea suya al crear los Estatutos de la institución arbitral. Luego surgieron la Sociedad Española de Arbitraje; el Consejo Arbitral de la Comunidad de Madrid, idea para resolver los problemas de arrendamiento por vía extrajudicial , donde colaboró con el añorado Manuel Jiménez de Parga expresidente del Tribunal Constitucional y el desarrollo en el COE de la Secretaria General de la Corte de Arbitraje Deportivo. “Hay que darse cuenta que la especialización del arbitraje es algo necesario y que los árbitros deben ser expertos en la materia de la que van a laudar”, indica nuestro interlocutor. Montero, recientemente nombrado presidente de la Sección de Derecho Deportivo del ICAM impartirá en este Curso lo concerniente al “Convenio Arbitral, sus efectos y la declinatoria”, uno de los temas claves del procedimiento arbitral.

LuisjaSánchez/CanalCIMA

Para nuestro interlocutor el año 1981 es el de su vinculación por vez primera al mundo del arbitraje. “Ese año me desplace a México con la UIBA, colaborando con Bernardo Cremades, uno de los referentes del arbitraje en nuestro país, para hacer la propuesta de un Código Uniforme para Iberoamérica. Con un poco de paciencia, al final lo hemos conseguido. Este año, tras cinco con el apoyo de la Cumbre de Jefes Iberoamericanos y de la otra Cumbre de Ministros de Justicia y tras cinco reuniones en otras tantas ciudades sudamericanas, entró en funcionamiento el CIAR, Centro Iberoamericano de Arbitraje”.

Para Montero formarse en arbitraje en los años ochenta fue un camino de obstáculos que fue superando por su deseo de formarse como abogado de parte y árbitro. “En aquellos momentos tenías que ser autodidacta para cada profesional. En mi caso, tuve la fortuna de conocer a otros expertos de la talla de Bernardo como Pedrol Rius, Martí Mingarro y otros árbitros que me ayudaron para estudiar y conocer este mundo que se abría delante de mí”, reconoce. A su juicio, tuvieron que empezar prácticamente de cero, aún no había entrado en vigor la Ley de Arbitraje de 1988 y solo había en aquel momento el llamado arbitraje ad hoc. “Todavía no era el momento de las instituciones arbitrales que llegan con dicha ley. Era un mundo diferente y la formación, como le he comentado bastante autodidacta”, subraya.

“El árbitro debe hacer caso a su sentido común y sensatez. Tener sentido del equilibrio y mantener una formación jurídica a lo largo de los años que actúe en cualquier procedimiento arbitral. Al mismo tiempo, debe conocer muy bien aquellos sectores en los que vaya a realizar su labor como árbitro.”

Desde su punto de vista, formar parte de este elenco de formadores de primera línea es una satisfacción personal. “La iniciativa que puso en marcha hace doce años el profesor Merino Merchán se ha convertido en una de las referencias a nivel formativo. Es indudable que la creación de la Cátedra Universidad Rey Juan Carlos y CIMA le dará más solidez a la iniciativa”, señala Montero. Para este experto, es un gran acierto que “una elite de árbitros, quizás de los mejores de la actualidad se encarguen de formar y preparar a futuros expertos en arbitraje. No podemos olvidar que la Ley del 2003 supuso un cambio notable en el sector y especialmente a nivel de nuestra legislación nacional”.

A su juicio, también ha habido cambios importantes a nivel formativo en estos últimos veinte años. “El primero tiene que ver con la internacionalización del arbitraje, gracias a la Ley UNCITRAL a la que está homologada nuestra Ley de Arbitraje se puede estudiar de forma uniforme el arbitraje en cualquier país del mundo. Y la otra, que es fundamental, son las instituciones arbitrales, que como CIMA han dinamizado el arbitraje en estos últimos años. “De hecho a la formación tradicional del procedimiento arbitral, las partes, pruebas y laudo hay que añadir la estructura administrativa que impulsan las llamadas instituciones arbitrales que nacen a partir de la Ley de arbitraje de 1988”, recuerda.

El arbitraje tal y como lo entendemos es un fenómeno nuevo de estos  últimos quince años. Para expertos como Juan Ramón Montero esta Ley del 2003 ha supuesto un espaldarazo importante en la consolidación de esta actividad extrajudicial. “Ahora está llegando a las Universidades y tendrá que tener una asignatura propia en muchos Grados de Derecho. A este respecto hay que destacar la diligencia de la Universidad Rey Juan Carlos por impulsar el arbitraje ya dentro de sus actividades formativas.”, indica. Para este especialista en arbitraje ya es un fenómeno imparable que en los próximos años tendrá su lugar en las Universidades, respondiendo a una demanda de empresas y particulares de acudir a un tercero independiente para resolver sus conflictos.

Arbitraje interno, asignatura pendiente

Desde su perspectiva de experto jurista, el arbitraje doméstico es la asignatura pendiente de este fenómeno que se ha consolidado a nivel internacional sobre todo en disputas de gran calado entre empresas con carácter exportador, o, entre esa empresa y un Estado cuando hablamos de arbitraje de inversión, ahora también de actualidad. “Creo que el arbitraje puede solucionar cualquier conflicto, no solo grandes conflictos” y nos recuerda que es presidente del Consejo Arbitral de la Comunidad de Madrid, desde hace años, de tal forma que esta entidad está resolviendo asuntos sobre el arrendamiento de las viviendas. “No tiene nada que ver un arbitraje con un procedimiento judicial, y hay que dejarlo claro desde el principio para evitar cualquier tipo de confusión que surja al emplear la vía jurisdiccional o la extrajudicial”, aclara.

“Hay que romper con posibles desconfianzas sobre la figura del árbitro, porque realmente hablamos de profesionales muy preparados que hacen bien su papel.”

En un mundo global, donde gracias a Internet han desaparecido las fronteras físicas, el profesional que se dedica al arbitraje debe mantener su formación contínua como un elemento muy a tener en cuenta. “El árbitro debe hacer caso a su sentido común y sensatez.  Tener sentido del equilibrio y mantener una formación jurídica a lo largo de los años que actúe en cualquier procedimiento arbitral. Al mismo tiempo, debe conocer muy bien aquellos sectores en los que vaya a realizar su labor como árbitro. En mi caso, el mundo del derecho deportivo me ha atraído bastante,  cuando conoces a fondo la práctica arbitral aplicada a una actividad, es cuando te das cuenta de las ventajas del arbitraje”, comenta. Contar,  por tanto, con una buena formación jurídica y “otra procesal siempre es buena para ilustrar los principios de contradicción o audiencia de las partes, base de cualquier proceso”, resalta.

Sobre la dicotomía que se observa en el arbitraje, con abogados de las partes y los árbitros que son elegidos por la institución y también por las partes, Montero señala que “parece más sencillo empezar como abogado de parte en un procedimiento arbitral. Al final, cuando tengas más experiencia y conozcas a fondo lo que es el arbitraje y su esencia, más sencillo será poder ser árbitro en cualquier disputa”, recuerda.  En opinión de nuestro entrevistado, “ser árbitro suponer tener una gran responsabilidad a la hora de resolver un asunto y ofrece una gran satisfacción cuando te das cuenta que has acertado con la controversia. Cuando controlas bien el proceso es más sencillo resolver la cuestión que preocupa a las partes”, apunta.

Le pedimos a Juan Ramón Montero, por último, su visión con el transcurso de los años, de los cambios que han tenido lugar en los Reglamentos de las principales instituciones arbitrales, muchos de ellos han afectado al árbitro: “Es cierto que ahora el árbitro está más controlado, debe ser independiente y mostrar su disponibilidad para resolver ese asunto. Pero sigue siendo muy importante el papel de estos profesionales. De hecho, estoy de acuerdo con el dicho que señala que un arbitraje es tan bueno como son los propios árbitros del mismo”, insiste. En su opinión, hay que romper con posibles desconfianzas sobre la figura del árbitro “porque realmente hablamos de profesionales muy preparados que hacen bien su papel, la mayor parte de las veces: es un peligro querer controlarlo todo y que el arbitraje pierda su agilidad como procedimiento extrajudicial”, finaliza.

 

 

 
 
 

 

 

 
 
 
 
 
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