Garamendi, un conservador neoliberal con cintura

Publicado el viernes, 23 noviembre 2018

Antonio Garamendi (Getxo, 1958) es el nuevo presidente de la CEOE. El ‘patrono de patronos’, como se acuñó en tiempos del casi eterno José María Cuevas, es un hombre de la casa. No solo por sus cuatro años al frente de Cepyme desde 2014 hasta ahora. Antes, presidió patronales territoriales, estatales e iberoamericanas de jóvenes empresarios, así como la poderosa patronal del metal, Confemetal. De trato afable, prefiere la diplomacia a la confrontación. Pero eso no significa que sus posturas no sean contundentes: su ideario es claramente conservador en lo político y neoliberal en lo económico. Pero con cintura.

Núria Ribas / @oikit

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, tras ser elegido el pasado miércoles

Pareciera que Antonio Garamendi se hubiera preparado toda su vida para el momento que ahora está viviendo. Aunque viene de familia de industriales vascos y él mismo emprendió hace años algunas aventuras empresariales, el punto fuerte de su trayectoria – y lo que le ha dado notoriedad a la vez que críticas – ha sido su participación como consejero en grandes compañías (La Equitativa, Bankoa, Grupo Negocios, Albura, Red Eléctrica o Tubos Reunidos) y su vocación de asociacionismo empresarial (desde la Asociación de Jóvenes Empresarios del País Vasco, hasta la presidencia de Ceaje -los jóvenes empresarios españoles-, pasando por la presidencia de Confemetal y de Cepyme). Hasta hoy. La culminación de ese largo camino: presidente de la CEOE.

Cuando hace cuatro años perdió contra Juan Rosell su primer asalto a la presidencia de la gran patronal (por unos escasos 33 votos), Garamendi no abandonó el camino diseñado. Se mantuvo como presidente de Cepyme (con un polémico sueldo autodesignado de, según algunas publicaciones, más de 100.000 euros anuales), se alió con su rival y esperó su momento, visitando a las más de 200 asociaciones empresariales que conforman la CEOE para recabar su futuro apoyo.

La cintura, la diplomacia, la “afabilidad”, como adjetivan su trato varias de las personas que han compartido con Garamendi tanto trabajo cotidiano como encuentros esporádicos, le ha permitido al nuevo presidente de la CEOE criticar propuestas del Ejecutivo socialista – nunca ha escondido su preferencia por el Partido Popular – para acabar aceptándolas cuando la marea no le era favorable. Aunque da la sensación de que siempre acaba pasando la factura de su cesión.

El salario mínimo interprofesional pactado entre el Gobierno y Podemos es un buen ejemplo. Garamendi se opuso, bien es cierto que más por las formas que por el fondo -“Han roto el Diálogo Social”, llegó a decir-, pero acabó firmando el pacto como presidente de Cepyme. Cintura. En su discurso como nuevo presidente llegó el momento de pasar cuentas. Con la vicepresidenta Carmen Calvo delante, Garamendi espetó: “Hay decisiones que se toman de forma unilateral que no compartimos. Me estoy refiriendo a la subida del salario mínimo interprofesional. Se nos han orillado”. Al mismo tiempo, en la fotografía de fondo de su cuenta de twitter aparece amigablemente con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Cintura.

Tampoco vio de buen grado que su antecesor, Juan Rosell, visitara en la cárcel a Oriol Junqueras, el líder independentista en prisión provisional a la espera del juicio por el ‘procés’. Calló y esperó. El miércoles, en su discurso de aceptación ya como presidente (por cierto, por aclamación, sin votación) sus primeras palabras fueron para dejar claro que “en CEOE vamos a defender a España sin complejos”.

“Evolución, que no revolución”

Garamendi marca un compás (aseguran que es un excelente pianista) andante, ni adagio ni allegro. Le gusta hablar de “evolución, que no revolución”. Esta pátina conservadora, unida a una alergia innata por el exceso de regulación y de cargas impositivas, ha producido curiosos argumentos en temas socialmente sensibles como es la igualdad de género. Enemigo de imponer por ley las cuotas femeninas en los órganos de Gobierno de las empresas, según Garamendique alguien que no está en el mundo de la empresa diga ‘ahora sí’, pues yo, sinceramente, creo que puede ser perder competitividad”.

Pero, otra vez la cintura, en su discurso dejó claro que “vamos a trabajar por la igualdad” y citó el proyecto de la CEOE Promociona Mujer como “buque insignia” de la igualdad empresarial. De nuevo esa evolución tan lampedusiana: prefiere marcar él el alcance de los cambios, a que se los impongan por ley.

O a que se lo imponga la propia deriva de precarización del modelo económico. Garamendi cree que “la mejor infraestructura de un país es la paz social. Las huelgas hacen perder mucho dinero”, aseguraba en una comparecencia en el Congreso el pasado mes de marzo. Así que se espera que su relación con los sindicatos, siguiendo en esto sí la línea de Rosell, sea fluida y buscando el acuerdo, aunque ya se ha mostrado contrario a desmontar parte de la reforma laboral que acuñó el PP.

Es pronto para saber qué criterios realmente marcarán la acción del nuevo presidente de la CEOE y si, finalmente, será continuista respecto a la presidencia de Rosell, como podía parecer antes de su elección, o más rupturista como dejó entrever en su primer discurso. Lo que parece claro es que Garamendi, ahora, está exactamente en el sitio que quiere estar. Y eso, casi siempre, es garantía de éxito.

Sobre el autor
Núria Ribas

Periodista. Más de 20 años de experiencia en medios escritos y en comunicación política y corporativa. Periodismo jurídico, económico, político y cultural. Veraz siempre; parcial, también. @oikit

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